La primera reacción ante el anuncio del rearme de Iván Márquez y su grupo fue de tristeza, desencanto y desesperanza…
Ante las amenazas proferidas es inevitable que la gente sienta miedo. El miedo es la semilla que buscan sembrar los terroristas en la población. Hacer sentir al ciudadano aislado de la protección de las autoridades. Colonizar un espacio mental de inseguridad en cada colombiano.
A esto se suma un profundo sentimiento de indignación con los dirigentes que en “nombre de la paz” y con un lenguaje oportunista, terminaron justificando los nuevos blancos a los que apuntan los fusiles. Contribuyen así a hacer sentir al ciudadano desprotegido por su gobernante. Buscar debilitar al Presidente por cuenta del rearme del Márquez y Santrich es patear la democracia y legitimar las amenazas ¡No hay derecho a tanta irresponsabilidad!
Desconcierta, por decir lo menos, que hombres de la talla de Humberto De la Calle, terminen culpando al gobierno de la amenaza terrorista lanzada por unos guerrilleros que vuelven a la guerra porque seguramente se sintieron descubiertos en el tema del narcotráfico y ad portas de la extradición “…recordamos que una y otra vez le dijimos al Gobierno nacional que sus ataques permanentes al proceso y los riesgos de desestabilización jurídica que conllevan, podrían llevar a varios comandantes a tomar decisiones equivocadas”
Entonces, según esto ¿Márquez amenaza a Colombia por culpa del gobierno del Presidente Duque?
Hasta Timochenko se alejó de esa posición extremista que parece pretender la legitimación política de una amenaza terrorista, cuando afirmó en la W: “”No sé por qué tomaron esa decisión, yo no creo que sean elementos de juicio políticos yo creo que aquí tiene que ver algo muy personal en cada uno de ellos”. Hasta calificó de “vergonzoso” el episodio de la volada de Santrich, llamó a Márquez iluso, a Santrich de “estar ciego de vista y de alma” y a Jhon 40 de tener “mentalidad mafiosa”.
Declaraciones como las expresadas por quiénes negociaron “la paz” desde el Estado y se supone que tuvieron la mayor responsabilidad en la construcción de una verdadera reconciliación, (como lo hicieron creer a la comunidad internacional), no hacen más que legitimar por anticipado el accionar terrorista de esta disidencia. Y se atreven a agregar…”pensemos en las víctimas futuras, aquellas que debemos evitar”. ¡Por Dios! Como si fuera poco, De la Calle escribe una columna de opinión, desde las alturas, donde iguala a Iván Márquez con el Presidente Iván Duque, titulada “Carta a los Ivanes”. Nuevamente Timochenko, parece tener hoy más sentido de institucionalidad al reconocer a Duque como el “Presidente de todos los colombianos”.
¡Con la muerte no se juega Señores! En nombre de la paz que nadie incite a la guerra. Ahora, como parte de una estrategia mediática, los mismos que, con sus propias palabras han propagado el incendio del odio, enarbolan hoy las banderas del respeto y el silencio informativo, para señalar como blancos a sus enemigos políticos.
Los sufridos colombianos merecemos dirigentes coherentes y sensatos que no inciten más al odio en medio de un nuevo desafío terrorista, dirigentes que nos unan en torno al apoyo decidido a los guerrilleros que dejaron las armas y le apostaron a la reintegración.