Ante las declaraciones de algunos miembros del Centro Democrático de que si alguien que siga sus lineamientos llega a la presidencia los acuerdos con las Farc serían revisados, aquellos para quienes los mencionados acuerdos son lo mejor que ha podido haberse negociado, al punto de que quieren que hagan parte, en sus más de 300 páginas, de la Constitución Nacional y no puedan ser modificados dentro de los próximos tres cuatrienios, se rasgan las vestiduras y vuelven con sus argumentos sofísticos de siempre: quienes no respaldan los acuerdos de La Habana no quieren la paz y desean volver a la guerra; la paz justifica cualquier concesión y la prueba es que ya hay menos muertos que durante lapso similar anterior; nuestras fuerzas armadas han sido incapaces de derrotar a la subversión.
Todos queremos la paz, pero la paz no justifica todo, inclusive no justifica que los defensores de la legitimidad no sacrifiquen sus vidas.
Si lo anterior no fuera una falacia, el gobierno español estuviera gravemente equivocado cuando, en marzo pasado, advirtió a la ETA que no le haría concesiones para su desarme “no habrá nada a cambio de nada” le advirtió Mariano Rajoy. Más trascendental aún, si Gran Bretaña hubiera accedido a las exigencias de Hitler, si Churchill no le hubiera ofrecido a su pueblo, solo “sangre, trabajo duro, lágrimas y sudor”, o si Roosevelt no hubiera declarado la guerra al Eje, millones de personas no hubieran muerto en la Segunda Guerra Mundial, pero Europa hubiera quedado sometida a la dictadura nazi, tan cruel como una dictadura comunista. ¿Para evitar muertos deberían los países occidentales abandonar el Medio Oriente al llamado Ejército Islámico?
Algo más cuotidiano, si una banda criminal, que mata para robar o para asegurar el pago de extorsiones y secuestros y asesina policías que tratan de prevenir su acción criminal, piden que les den impunidad, se cree un tribunal especial para juzgar a quienes no confiesen sus delitos, les paguen una remuneración, les otorguen curules en el Congreso, ¿Se justificaría que el gobierno acceda a estas peticiones?
Es los que hoy hace el ELN chantajeando al Gobierno con seguir delinquiendo si no le hace concesiones superiores a las que obtuvieron las Farc y el Presidente se va lanza en ristre contra quien se atreve a criticar, aun moderadamente, los acuerdos de Cuba, como su exministro Juan Carlos Pinzón, cuando este afirmó que “es un error celebrar la entrega de las armas como si fuera la totalidad” y le lanzó la que creyó acusación lapidaria: “la política, infortunadamente saca a relucir lo peor de la condición humana" y que a todos nos hizo sonreír. Por último, las Farc estaban derrotadas, de 22.000 hombres quedaron en 6.500 en 2010.