NO es mi intención desacreditar la justicia que es uno de los pilares de la sociedad, pero en nuestro país cada vez observamos y vivimos un fenómeno aterrador que es tener una justicia aberrante, aquella que absuelve y favorece al delincuente y castiga al inocente.
Me costó trabajo utilizar la palabra aberración para calificar a nuestra justicia, sabiendo que en efecto si hay jueces probos, conscientes y justos en su proceder, pero casos recurrentes que a diario se ven cuando jueces de conocimiento, fiscales y magistrados de las altas cortes producen fallos aberrantes, es decir desviados de la realidad fuera de su capacidad de entendimiento y muchas veces movidos por sus posiciones ideológicas y políticas, olvidándose de lo que es la autentica justicia de “dar a cada cual lo que corresponde”.
Cómo puede el ciudadano del común entender que un juez de conocimiento y un fiscal liberen a un vulgar criminal, asaltante y rompe vidrios de las esquinas capturado legítimamente e infraganti por la policía, cuando ese sujeto es denunciado públicamente a través de video y en la fiscalía por una joven madre que fue víctima del hombre amenazando de muerte a su pequeño hijo de un año si no le entregaba su celular y pertenencias en un semáforo de Bogotá.
Como se puede aceptar que un delincuente y narcotraficante proveniente de las Farc en estado de reinserción a causa del proceso de paz, como es Santrich, que comprobadamente y con acusaciones de sus mismos compinches delinquiendo después de la firma del tratado, sea liberado, absuelto y elevado a la condición de congresista, para que después este hombre se haya fugado para Venezuela eludiendo la extradición solicitada por los Estados Unidos y burlándose de la justicia complaciente y benévola con el.
Como entender el ciudadano del común ese proceder aberrante de los jueces, si lo que hace es perder la fe y la esperanza en lo más sagrado que pueda tener nación alguna que es la justicia. Sin embargo vemos otro caso como el de Andrés Felipe Arias, un joven exministro y excandidato presidencial con mas de un millón de votos a su favor, hombre decente que siendo ministro fue acusado de cometer una extralimitación de disposición de recursos de crédito a favor de grandes agricultores, razón por la cual la justicia lo condenó a 17 años de prisión. Encarcelado en los Estados Unidos con grilletes y traje naranja como el más cruel criminal, extraditado a Colombia y desde luego preso, con enorme sufrimiento para su familia, esposa y dos pequeños hijos.
Son los contrastes de una justicia aberrante, es decir equivocada o parcializada, donde al verdadero criminal se le brindan todas las garantías y libertades y a quienes han cometido errores se les aplica el total peso de la ley.
Como entender eso, pues le he preguntado a juristas, magistrados y jueces y no he tenido respuesta alguna, lo que me hizo pensar que nuestra justicia es aberrante. Finalmente quiero reiterar lo que dije al principio de este artículo, que en medio de esta maraña de la justicia, si hay jueces honestos y confiables. ¿Son mayoría o minoría? No lo sabría decir, pero lo que si requiere el país es una revisión a fondo de nuestra justicia.