Mentiras verdaderas
La salida del Gobierno para intentar justificar los levantamientos sociales que se han venido desarrollando a lo largo del país, no sólo mostró un desespero evidente que ha sido reportado en todos los medios colombianos. También quedó claro que el Gobierno está completamente perdido, que los asesores deben estar de vacaciones y el Presidente no tiene una mediana idea de lo que significa pensar en el país.
El asunto es sencillo: Robledo es quizá la figura más sobresaliente de la izquierda y nadie podría en duda su apoyo a los movimientos sociales del país; pero tratar de lavarse las manos a través de un apoyo soterrado a la violencia es una satanización traída de la violencia de mitad del siglo pasado.
El desespero podría ser entendido. Incluso, si nuestra sociedad no fuese tan apática habrían podido generar movilizaciones comparables con lo ocurrido en Brasil o el Medio Oriente, lo que a cualquier gobernante seguro le generaría un par de días en una clínica de reposo. Lo que sí es peligroso es entender que la presión logra desestabilizar a un gobierno completo, quitarle el rumbo a una política trazada, restarle legitimidad al único poseedor legítimo de la misma. El Gobierno logró lo imposible, que el Estado entrase como perdedor con un contendiente que todos habían dejado olvidado.
Es claro que en un lapso no demasiado largo los paros y movimientos terminarán cediendo frente a la presión de la falta de resultados. Pero en el aire seguirá la misma inquietud sobre lo ocurrido, sobre los desatinos, sobre las mentiras. Robledo seguirá inmune frente a los señalamientos, Uribe recargado por el “papayazo” que le dieron, el Gobierno justificándose y los campesinos en las mismas. Ese es el resultado de los errores sistemáticos, el resultado de una tragedia eterna.
Insisto en que las motivaciones de las movilizaciones no son responsabilidad exclusiva del Gobierno de Santos, e incluso, que las promesas incumplidas en muchos casos lo fueron por ser de imposible cumplimiento. Pero alguien tiene que explicarle al Gobierno que abrir las puertas al diálogo, no puede ir de la mano de una falta de estrategia y de seriedad, mucho menos pensando en medio de una proceso de paz que ha sido tan cuestionado por la población colombiana. Ojalá el Gobierno recapacite y empiece a pensar sobre lo que realmente debería hacer, porque de seguro vendrán muchos paros en el futuro cercano.
@juandbecerra