Más vergüenzas
“Sumarle la falta de líderes sintonizados con el país”
SIN lugar a dudas el retiro de la iniciativa sobre la inmunidad parlamentaria fue un respiro dentro de las ya turbulentas aguas del Partido Conservador. Sin embrago, en los últimos días aparecen nuevas actuaciones que no pueden menos que generar indignación y vergüenza para las huestes azules, incluso más allá del actual Presidente del Congreso.
Pero hoy sólo quisiese hacer énfasis en un punto que quizá ha pasado inadvertido para la opinión pública, pero que podría denominarse la desaparición completa del espíritu de la Constitución Política de 1991: la consulta para que los colombianos decidamos sobre el matrimonio entre homosexuales y el aborto en los tres casos permitidos por la Corte Constitucional.
La sola mención de hacer la consulta, aunque en la práctica sea inviable, es una vergüenza suficiente para nuestros padres de la Patria.
Y la razón es sencilla. Someter un derecho a consulta popular es más irracional que la democracia plebiscitaria que se ha mantenido en otros países de la región. Poner a una persona a que juzgue qué beneficios debe poder recibir otra es generar segregación, es romper la poca armonía que aún existe en nuestra sociedad, es simplemente salir a exponer a muchos colombianos por un simple capricho electoral.
Y el asunto no se centra en quienes están o no de acuerdo con la situación, porque es precisamente esa diferencia ideológica la que debería enriquecer el panorama político de nuestro país, pero pretender salir con una propuesta tan poco democrática y desconcertante es menos de lo que se podía esperar de un partido sin propuesta política.
Sin embargo, pienso que los colombianos podríamos apoyar la consulta si de paso preguntamos si los señores congresistas deben seguir en sus puestos de acuerdo con sus actuaciones en el Parlamento nacional. De repente así se dan cuenta de lo interesante que es la discusión sobre los derechos adquiridos o por adquirir que ellos hoy mantienen y que quieren someter al país sobre otros colombianos.
Podría ser una solución salomónica, los conservadores presentando una propuesta para que hoy los colombianos digan si aceptamos o no el matrimonio homosexual y el aborto en los casos citados y de paso si ellos deben o no seguir en sus cargos.
Pero esto es apenas una página más de la vergüenza que hoy atraviesa el partido. Sólo habría que sumarle la falta de líderes sintonizados con el país, la inexistencia de programas serios para el bienestar de los colombianos, los numerosos vínculos con cuanta organización criminal existe y la incoherencia entre el “club parlamentario” y los conservadores de la calle. Mejor dicho, sólo hace falta el Partido.
Juandiego.becerra@raddar.net