JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 27 de Mayo de 2012

Sumas y restas

 

Después de la creciente ola de indignación en contra del senador Merlano -de quien no puede mencionarse más que su indescriptible elegancia y su maravillosa gentileza-, canalizada a través de las redes sociales, varios puntos no pueden dejar de tenerse en cuenta para el futuro de nuestra democracia. En primer lugar que la ciudadanía viene tomando el ejemplo de lo ocurrido en el Medio Oriente y quiere participar más activamente; que nuestra democracia no está preparada para recibir estas nuevas participaciones para realizar cambios políticos; en tercer lugar que aún somos un país que no sabe cómo elegir a sus dirigentes; y finalmente que como todo lo que pasa últimamente en el país, algunos terminan reduciéndolo a un enfrentamiento con el expresidente Álvaro Uribe.

Empecemos por el final. El grupo de apoyo al senador Merlano, también en las redes sociales, justifica su actuación como un error que puede cometer cualquiera, mientras lanza ataques en contra de los indignados diciendo que están en contra de la gran obra uribista del senador o de sus orígenes regionales. En reducidas cuentas, que Merlano es el buen político que merece Sucre y que ser uribista significa ser parte del coro celestial.

Con respecto a que aún no sabemos elegir a nuestros dirigentes el asunto es aún más claro. Elegimos al hijo de un exsenador condenado por parapolítica, que no ha hecho gran cosa por grupo social o regional alguno, pero que sigue ahí sentado cobrando, alardeando de un poder que a lo ojos de la Constitución es una responsabilidad y no una carta blanca de permisos para hacer lo que quiera.

Y con respecto a las dos primeras, la indignación y la democracia, es claro que no estamos preparados para ellas. Lo más probable es que nada termine pasando, excepto quizá la llamada de atención y de repente una pequeña suspensión.

Nadie quiere comprometerse con una sanción más severa, porque simplemente proponerla, dejaría debilitado el poder que naturalmente han ostentado nuestros dignatarios en el país. Siempre han hecho lo que han querido y no quieren dejar de hacerlo.

Quizá es el momento de allanar el camino para una participación más activa de los colombianos. Quizá el espacio para empezar a exigir a nuestros representantes actuaciones acordes con el mandato que se supone recibieron.

Ahora falta valentía para que empiecen a asumir las responsabilidades que realmente tienen para con sus electores. Al final vamos a ver cuántos saben sumar y restar.

@juandbecerra