Del dicho al hecho
No es una cuestión de valentía. Asistir a un debate de control político no debería ser celebrado o agradecido, no debería ponerse en entredicho, no debería tomarse como algo diferente a una obligación de cualquier empleado público porque se supone que están al servicio de los ciudadanos, y porque lo público se supone que es de todos, y porque aunque a nadie le importe, no deja de ser de todos.
Del debate de esta semana en la Comisión Segunda no hay mucho que rescatar. Un circo en el que el debate no existió; un montón de posiciones individuales que se movieron entre ataques frontales, puñaladas rastreras y defensas poco sólidas; muchas luces y muchas cámaras; poco seso y poco país. Tuvimos a un valiente Cepeda, a Uribe y su séquito en pie de lucha, a los viejos que aún tienen mucho que enseñar; a las jóvenes promesas tratando de robar pantalla. Un poco de todo, un espectáculo de televisión. Una de las verdades de un país sobre el tapete, un montón de idiotas tratando de evitar que la gente al menos la conozca.
Quizá lo único que faltó fue pensar en lo triste que suena decir que esos grupos paramilitares, que mataron a tantos miles de colombianos, siguen por ahí tratando de acabar con los líderes de las víctimas o aquellos que buscan restitución de tierras o cosas por el estilo. De repente recordar que esos mismos que mataron durante años a los dirigentes de izquierda por pensar diferente también hoy matan, quizá en otros cuerpos, pero con la misma estrechez mental que hoy muchos sigan pensando que hay razones que justifiquen acabar la vida de otro ser humano.
Claro… falta ver también el debate sobre las guerrillas y también mirarnos con vergüenza el ombligo de los agentes del estado que utilizaron su posición para aprovecharse del resto de colombianos. Incluso, aún falta mirar realmente todo lo que fue la historia tenebrosa del narcotráfico antes de aliarse con los ejércitos insurgentes. Pero para eso lo único que hace falta es voluntad, es dejar la modorra miserable de empleados públicos, la cobardía de preferir evadir la verdad de las regiones, de los amigos, de los compadres.
Creo que en el fondo lo que más falta nos hace es lograr un debate de altura. Es dejar la idiotez mental, la mediocridad y la defensa como mejor forma de ataque. Es empezar a entendernos como iguales, para que un día logremos pensarnos y rebatirnos en paz.
@juandbecerra