La Navidad y los partidos
En esta época de reflexión y reconciliación, una de las más hermosas tareas que podríamos hacer los colombianos es pensar en lo que significan para nosotros esas entidades etéreas que llamamos partidos políticos. Esos que ya parecen ser parte de un paisaje político que sólo tiene algún tipo de relevancia poco antes de los encuentros electorales, que suscitan innumerables reproches por el pueblo que se supone representan. Los partidos políticos en nuestro país parecen tener una idea diferente de lo que deberían ser de acuerdo con la lógica de la teoría política.
Y como la Navidad es época de regalos, y claramente hace tiempo que los partidos dejaron de entregarle al menos ideas al pueblo colombiano, deberíamos hacer nosotros la tarea sobre cuál de ellos merece recibir nuestro voto el próximo marzo. De repente el azul pálido que parece perderse entre las huestes uribistas y retrógradas de hace varios siglos; quizá el rojo desteñido que sobrevive ahora por el pasado del Presidente y un par de delfines; o podría ser el amarillo quemado que se retuerce pensando en la competencia que no esperaban; o el verde que ya ni biche parece; o el albiazul que se esconde detrás de una figura pública que ya no está con ellos; o el de la letra que quien sabe a quién se debe.
De repente otra opción sería el MIRA con su disciplina y su visión ultraconservadoras, pero de ahí en adelante no quedarían más que un sinnúmero de causas perdidas y amigos de algunos que prefieren no ver más allá de los votos. Apenas pueden verse como un par de negocios que cambian votos por pesos y uno que otro contrato que pueda aparecerse por el camino.
Pero más allá de los colores, o eso que aquí llamamos gobierno y oposición, no existe una propuesta de país, una idea por algo que pueda diferenciarlos, un camino que pretendan para una Colombia que hace tiempo está ávida de nuevas opciones. En el fondo parece que todos prefieren no pensar -y no pensarse- y simplemente sacar alguna iniciativa que pueda aparecer en los periódicos o en el noticiero de las 7, pero nada de coherencia.
Pero eso es lo que tenemos y esos serán los que conseguirán los votos. Y muchos tendrán que seguir votando por una tamal o una teja, pero quizá algunos podamos pensarlos un poco y volver a creer en un país que puede salir adelante. Por eso: ¿para quién debería ir el próximo voto?
@juandbecerra