JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 24 de Noviembre de 2013

El caudillismo de siempre

 

Si   hay algo claro es que el caudillismo en nuestro país se mantiene como la principal manera de hacer política. Si bien Uribe es el principal caudillo de la política colombiana actual, no es el único. El caso de Progresistas es más o menos el mismo, al punto que los últimos movimientos dentro de la izquierda parecen estar dejándolo vacío, con muchos progresistas que empiezan a saltar del barco para acercarse de nuevo a la UP resucitada con la aparición de Abella. Si Progresistas fue la vía de escape de muchos integrantes del Polo, parece que el camino vuelve a repetirse con la Unión Patriótica y el movimiento de Petro.

Y el problema es que Progresistas sin Petro no existe. El invento de la Alianza Verde es una maniobra para no desaparecer cuando pase algo con el alcalde bogotano, pero ni Navarro puede cambiar la idea de un movimiento sin pies ni cabeza. Y menos cuando el Polo ha buscado acercarse más al centro y la UP llega a ocupar el espacio de la izquierda tradicional, quitándole su lugar en el espectro y peleándole gran parte de su base electoral.

Claro, en la política todo se puede. Hasta tener en un movimiento que se denomina cercano a la centroizquierda, a Peñalosa como uno de sus candidatos. Pero es claro que las ideas de Navarro no son hoy las de Petro y que el nuevo movimiento también se viene alejando de la administración distrital y todo lo relacionado con ella, concentrándose en sus aspiraciones presidenciales.

El asunto es que en el fondo Petro es un caudillo que viene enfrentándose solo a una administración que le quedó grande, a un movimiento que siendo suyo se viene desgarrando por dentro, a unas decisiones que están al borde de sacarlo de su cargo y a una ciudad cuyo pasado no deja de pasarle cuentas. Y sólo camina a la espera de un milagro mientras en Bogotá seguimos en las mismas.

El gran perdedor con la resurrección de la UP es el caudillo progresista y su soledad lentamente será más notoria. En el fondo el problema será para una Bogotá que sigue sin rumbo y manteniéndose por inercia a pesar de los problemas que vienen del pasado, con una administración que ahora no sólo tendrá que defenderse de sus opositores sino también de aquellos que fueron sus amigos, pero que hoy encuentran una respuesta que les había sido esquiva. Es apenas un poco más del caudillismo de siempre en nuestro país.

@juandbecerra