DE NÓVITA A BOGOTÁ
¿De sangre azul?
“El peor titular de la Cancillería en la historia colombiana”
NO es tanto el hecho, como lo dijo el ex presidente César Gaviria, que la actual canciller de la República haya resuelto sentirse miembro de una supuesta vieja aristocracia, ser frívola y estar imbuida de un sentido incomprensible de superioridad. Lo grave es la gestión que ha ejecutado. La más deficiente que registre la historia del Palacio de San Carlos. Supera con creces las marcas negativas de las encabezadas por el militar Jorge Holguín y Felipe Paúl, quienes en su ceguera allanaron la separación de Panamá. O la de Raimundo Rivas, el canciller que no vio el despojo que nos irrogó Perú.
María Holguín ha sido y es el apoyo de las violaciones más horripilantes a los derechos humanos que se hayan registrado en la hermana Venezuela. Apoyo amable de Chávez y Maduro. Pero también de la corrupta Kirchner. Destruyó la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, de donde alejó a todos los ex presidentes y sacó a Noemí Sanín, mujer seria y competente cuya huella en la Cancillería es bien notable. Concentró en esta dependencia funciones que no corresponden hace décadas a las órbitas de los ministerios de asuntos exteriores. Sobra dedicar tiempo aquí al daño irreparable que ha hecho a la integridad territorial de Colombia como a sus disputas continuas con quienes no se plieguen a los caprichos de quien resolvió fungir, en su carrusel de delirios parafrénicos, de princesa colombiana.
¿Sangre azul? ¡Give me a generous brake! como diría un buen inglés. Esta señora no pertenece a ninguna aristocracia bogotana. Un inmigrante canario-cubano de apellido Holguín, comerciante honesto, resolvió adentrarse sin autorización del Virreinato, a fines del siglo XVIII Río Atrato arriba (cerrado al comercio) y se estableció en el villorrio chocoano de Nóvita, cerca de lo que después sería el departamento de Valle del Cauca. Allí ejerció su actividad y nacieron (Nóvita, no Bogotá) sus descendientes Carlos y Jorge Holguín, quienes ocuparían la presidencia de la República, no elegidos, gracias a la generosidad de los presidentes Rafael Núñez y Rafael Reyes y del joven senador Laureano Gómez.
Durante el quinquenio de Reyes se otorgó al Banco Central de Colombia la potestad de emitir billetes, en medio del caos económico post-guerra Mil Días. Este banco fue privado y sus principales accionistas eran el legendario Pepe Sierra; Pedro Jaramillo Sierra sus hijos y sobrinos, Alejandro Ángel (los Ángel y Jaramillo que creyeron en la propuesta de Laureano Gómez de fundar EL SIGLO), Francisco Laserna, Ignacio Muñoz, Nemesio Camacho y Simón Hurtado. Frente a un Estado famélico y en bancarrota, la única manera de respaldar y controlar circulante fueron estas fortunas cuantiosas asentadas en propiedades agrícolas, ferrocarriles que nacían, industria y exportaciones incipientes.
El hijo del militar Jorge Holguín -quien sirvió de puente entre las presidencias de Reyes y González Valencia- Daniel Holguín, quiso ser accionista del Banco. Sus propietarios revisaron su respaldo. Se le dio no rotundo. Encolerizados, el presidente interino y su hijo ordenaron el encarcelamiento durante 40 días de Don Pepe, Pedro Jaramillo y Alejandro Ángel. No cedieron ante la intimidación. Este episodio histórico puede leerse en las obras fundamentales de los historiadores Carlos Gustavo Álvarez y Luis Fernando Molina.
Sierra y sus compañeros habían llegado de Antioquia, Cauca y Tolima en la década de 1860 (salvo Camacho quien era de Subachoque) a la Sabana y se hicieron literalmente a la ciudad y sus alrededores. Fundaron empresas. De Cali llegaron poco después a adentrarse en la parasitaria burocracia capitalina los hermanos Holguín. Y a don Daniel Holguín le antojó emular con los millonarios.
No pudo. Pero un descendiente -no Carlos y Andrés Holguín Holguín, Carlos Holguín Sardi o Roberto Pombo, quienes han brillado por sus méritos- insiste ahora en ser la princesa von Metternich colombiana.
¡Hágame el favor, admirado ex presidente Gaviria!