JUAN DANIEL JARAMILLO ORTIZ | El Nuevo Siglo
Lunes, 14 de Diciembre de 2015

FLUJOS E INNOVACIÓN

 

El desafío de los elegidos

“Reconfiguración de la infraestructura urbana no es sólo física”

 

EL esfuerzo fundamental en la reducción de emisiones de CO2 no recaerá, como pudiera pensarse, en gobiernos centrales, sino en las administraciones urbanas. Es en la ciudad donde la mayor cantidad de consumo tiene lugar. Innovaciones significativas en materia de sostenibilidad vienen siendo aplicadas a gran escala a lo largo y ancho del mundo.

Cerca del 80% del producto y consumo global ocurre en ciudades y un 60% en 600 de ellas. Desde 2007, la mayoría de la población mundial (de más de 7 billones) vive en ciudades. El crecimiento económico dependerá del denominado decoupling (crecimiento sin impacto negativo en el ecosistema). Áreas metropolitanas que cubren cerca del 2% de la superficie del mundo succionan cerca del 80% de los recursos totales.

La óptica tradicional desde el Renacimiento fue la del flujo y la oferta ilimitada de recursos hacia las ciudades cuya conceptualización se asemejó a islotes ajenos al sistema global donde operaban. Lewis Mumford cuestionó por primera vez esta presunción. La ciudad empezó a verse como nervio central de los procesos económicos. Así, no puede ser invitada de piedra en la conformación de decisiones económicas a nivel nacional y está en la obligación de utilizar su autonomía en la creación y puesta en marcha de políticas públicas que brinden la base y ejecuten el decoupling.

Las grandes ciudades -Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla- son formas policéntricas, verdaderas fragmentaciones urbanas que operan entre nosotros en toda su complejidad. El mejoramiento del flujo de movilidad no es el único reto, sino otros que revelan ineficiencia en el uso de recursos, como lo viene mostrando el gran proyecto de MIT sobre análisis de flujos plurales en ciudades.

No se pueden esperar los guiños o instrucciones de gobiernos centrales para hacer el decoupling. La innovación tiene que ser emprendida coordinando intervenciones puntuales en desafíos críticos sobre contextos específicos, facilitando aprendizaje y canalizando recursos público-privados.

Ejemplos: Singapur ha reducido el consumo per cápita de agua con un programa simple de prevención de escapes y fugas que ha generado ahorros hasta del 35%. Varias ciudades del norte de Europa entraron de lleno dentro de la tecnología que permite utilizar en forma coordinada todo tipo de recursos (cómputo, almacenamiento y aplicaciones específicas) no sujeta a control centralizado (grid electricity, presente ya en planes de varias ciudades del mundo). Programa extensivo de instalación de paneles fotovoltaicos en techos como lo está haciendo Ciudad del Cabo. Reutilización de desechos intraindustriales a partir de bases informativas construidas por administraciones municipales como se hace en Japón y ha comenzado a hacerlo Curitiba, ciudad pionera en muchos procesos. Sustitución de iluminación con luz led más económica (como se advierte hoy en numerosas localidades de California).

 

O la utilización de biogás a partir de residuo agrícola y estiércol, abundantes en las áreas de Rionegro y El Retiro, cerca de Medellín o la sabana de Bogotá, como se ha sugerido una y otra vez en esta columna.

La reconfiguración de la infraestructura urbana no es simplemente física, como lo afirma una y otra vez uno de los principales think-tank urbanos globales Monocle Group (del que ha sido asesor el nuevo alcalde de Bogotá). La infraestructura dice relación, asimismo, al rediseño del flujo de recursos y la conformación de nuevas coaliciones de desarrollo. Las innovaciones deben ser introducidas coherentemente, con entendimiento pleno de los agentes y las formas en que se reparten beneficios y se asumen costos.

No puede esperarse que sea el gobierno central el que oprima el botón mágico y se reduzcan las emisiones. El crecimiento con impacto ambiental que tienda a 0 es obra de las áreas metropolitanas.

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En mi anterior columna escribí: Vargas, personaje 2015, ha demostrado que el Estado marcha bien en su cabeza, no la frase sin sentido que apareció.