JUAN DANIEL JARAMILLO ORTIZ | El Nuevo Siglo
Lunes, 22 de Septiembre de 2014

No a la nueva frontera

 

La semana pasada el vicepresidente Germán Vargas Lleras anunció que la adquisición de satélite por el Gobierno queda congelada en forma permanente. Se trata de una noticia preocupante para el desarrollo a mediano y largo plazo del país.

La tecnología espacial y el ingreso a lo que se ha denominado Escalera Tecnológica Espacial son base esencial dentro de un desarrollo económico e incrementos de productividad sostenidos en las décadas por venir. No se trata de una opinión antojadiza. Las profesoras Daniel Wood y Annalisa Weigel (Charting the Evolution of Satellite Programs in Developing Countries, MIT Press, 2011) sintetizan la convicción absoluta de las comunidades académica, empresarial y gubernamental informadas de que el inicio o profundización de programas satelitales constituyen uno de los trípodes de infraestructura pública que es preciso afrontar sin dilaciones.

Están las experiencias documentadas de China, India, Indonesia, Argentina, Brasil cuya entrada en firme a la manufactura de productos de alta tecnología esta correlacionada en decenas de estudios econométricos con el empleo sistemático del recurso satelital. Por esta razón se afirma que la palanca del fenómeno Brics se ancla en el espacio. Ahí están los estudios de Michael Hobday acerca de uno de las formas más atrayentes de desarrollo económico acelerado (Singapur por ejemplo) conocidas bajo el acronismo inglés leap-frogging (salto de sapo) que muestran hasta la saciedad la presencia de tecnología satelital. Esto es lo que aprenden hoy estudiantes de posgrado en desarrollo económico en las dos escuelas líderes del mundo, Vanderbilt y Yale.

El caso de Corea del Sur es hoy claro: el éxito rotundo de sus industrias naviera y automovilística  tienen raíz evidenciada en el espacio y su aprovechamiento inteligente.  Porque se entendió que la prevalencia del modelo tradicional empresarial, donde la firma produce para la venta directa en el mercado, están siendo sustituidos por organizaciones comunicadas al instante en las cuales el uso del instrumento satelital -como infraestructura crucial del siglo XXI-permite el diseño de variaciones de un mismo producto que se adaptan al perfil de la demanda de lugares geográficos diversos.

El término escalera tecnológica espacial, común dentro de la literatura contemporánea de desarrollo económico, denota evolución dentro de un conocimiento específico. Esta ruta ascendente está compuesta por cuatro estadios. El inferior es el establecimiento de agencia espacial estatal. El segundo la adquisición y operación de satélite de baja órbita. El tercero se conquista al poseer y operar un satélite en la órbita geoestacionaria.

En esta fascinante carrera, donde aparece Schumpeter en toda su fuerza creadora, el emprendimiento multiplica exponencialmente sus rendimientos al aplicar las nuevas técnicas espaciales. Aquí llegan los agentes investigativos, educativos o simplemente movidos por el lucro para jalonar el desarrollo como lo muestran en sus estudios sobre absorción rápida de tecnología los economistas Wesley Cohen y Daniel Levinthal. El recurso tangible, así no lo crea el vicepresidente Vargas, como lo es el concreto o los ladrillos, viene cediendo paso al intangible, como los procesos informativos, logísticos y organizacionales. Ahí están los ejemplos de India y Singapur.

Venezuela había despegado en esta competencia pero va hoy en rezago.  Brasil y México son los pioneros latinoamericanos. Es curioso que no se entienda aún entre nosotros la importancia de la Escalera Tecnológica Espacial y ello tiene que ver, a mi juicio, con nuestro propio atraso educacional e investigativo. Sólo una universidad, Los Andes, ha entrado a las grandes ligas globales. Y nuestro estamento político y gubernamental sigue ajeno a los desplazamientos de las placas base del desarrollo global. Algo en verdad triste.

Y así, parafraseando a John F. Kennedy, la Nueva Frontera cada vez más lejos.