La guerrilla en su ley
Es increíble que casi 50 años de insurgencia armada en Colombia y 30 de reclamos insistentes acerca de la existencia de un conflicto armado regulado por las convenciones de Ginebra de 1949, muchos tengan todavía nociones tan equivocadas sobre lo que dice y no dice el derecho internacional humanitario.
Veamos. No es únicamente ignorancia lo que opera sino falla en el raciocinio (no digamos que abierta mala fe). Los enemigos de oficio del presidente Juan Manuel Santos le sindican que los diálogos de paz en La Habana no vienen produciendo ningún resultado. Que el secuestro de agentes de la fuerza pública continúe es signo evidente de su fracaso y de la estupidez de un mandatario que sigue engarzado en un proceso inconducente.
¿No dijo una y mil veces el Presidente en el inicio de los diálogos el año pasado que se haría sin cese de hostilidades? Las Farc siguen una operación armada a la cual no han renunciado en momento alguno y se aceptó el comienzo del proceso en La Habana en medio de su acción armada. Los diálogos se han enmarcado dentro de una dinámica seria de confidencialidad y frutos o fracasos no se conocerán hasta un momento acordado entre las partes.
Hay que preguntar al expresidente Uribe y sus precandidatos -y muy en especial a mi querido amigo Pepe Lafaurie- si los secuestros de las Farc habrían parado sin diálogos en La Habana. Pues claro que no. Entonces decir que las acciones son culpa del proceso y en particular del presidente Santos constituye un acto de deshonestidad política.
Las Farc siempre han considerado a sus secuestrados prisioneros de guerra para lo cual invocan la Convención IV de Ginebra de 1949. Convención que jamás mencionan ni reclaman cuando de respetar la vida y dignidad de sus capturados se trata. Este instrumento contiene un verdadero decálogo de respeto a la vida y dignidad humanas. Curiosamente, son los mismos que han exigido durante lustros el imperio del DIH y del famoso artículo 3 común a todas las convenciones y protocolos quienes ahora se rasgan las vestiduras con hipocresía y le enrostran al actual Gobierno que la guerrilla no suspenda sus acciones.