El periodismo matón
La frase del expresidente Belisario Betancur según la cual es preferible una prensa desbocada a una prensa amordazada plantea dos extremos en los cuales no puede vivir una sociedad. En cierta manera sugiere la imposibilidad de que existan mecanismos no únicamente de autocontrol sino tambien judicial -léase bien judicial- para evitar que so pretexto de una libertad de prensa se abran las puertas a la difamación sistemática, al matoneo periodístico, y a la invasión truculenta de la vida privada de las personas.
En Colombia seguimos repitiéndonos que nuestra libertad de prensa nos hace libres y democráticos. Los primeros en repetir la máxima son los periodistas, con plena razón. En nuestro país, los medios escritos han sabido por lo general manejar un equilibrio y el respeto se manifiesta en las informaciones escritas. Pero ha empezado a asentarse una costumbre en algunos columnistas que han encontrado en el agravio impune -entiéndase asesinato de carácter- una expresión válida de la libertad de prensa.
Pero también en la multitud de programas informativos en la radio que existe hoy en Colombia, un fenómeno que no se advierte en ningun otro país latinoamericano, EE.UU., algunos periodistas y cronistas de las famosas mesas han resuelto tomar el camino de comentarios insultantes, unas veces, o claramente invasivos de la vida privada de personas determinadas. Con frecuencia, el insulto o la invasión queda elaborado por medio de suspicacias o referencias indirectas que pueden impactar tan o más negativamente que una alusión directa.
Otro expresidente, Alfonso López Pumarejo, se quejaba de que todo nos llegaba tarde en caso de absorción mental tardía, verdadera malformación cognoscitiva, que superaba la lentitud de los vapores que debían subir por el río Magdalena. El hecho, percibido hace 70 años, sigue ocurriendo.
En el tema de la libertad de prensa Colombia parece otra vez enclavada en percepciones que empezaron a cambiar hace una década, pero no nos damos cuenta. El punto perfecto de la libertad de prensa radica en un desequilibrio fundamental consistente en que se favorece la libertad mediática sobre consideraciones de naturaleza personal. Sin embargo, en la última década cortes europeas (incluida la Europea de DD.HH.) y norteamericanas (incluida la Corte Suprema) han reconocido la necesidad de proteger la dignidad y privacidad personal. En un caso reciente (Welling v. Weinfeld, Ohio Supreme Court, 2008) determinó compensación millonaria a víctima de un medio que entró en el terreno de su privacidad. En otro (Bursac v. Suozzi) la Corte Suprema de Nueva York dijo hace 5 años que es un hecho que los cánones éticos relativos a la aceptabilidad de ciertos discursos mediáticos han bajado. Así, la habilidad para dañar y perjudicar a otros ha subido y es obligación del sistema judicial rectificar un balance que desde el comienzo favorece a los medios.
La Corte Supremade EE.UU. empezó a atajar el agigantamiento del desbalance a raíz de la difusión del contenido -no la grabación- de conversación telefónica privada por una estación radial. Por primera vez hace 8 años se atrevió a decir que 'hay en juego intereses importantes de actores diversos en la sociedad` donde un segmento, el mediático, no ostenta autoridad inherente para traspasar a otros.
El dilema es tanto hoy libertad frente a totalitarismo estatal como libertad de prensa frente a DD.HH. personales. No hacer nada profundizará un desbalance donde empieza a mostrar sus garras el despotismo mediático. Y la única vía es que los perjudicados empiecen a actuar judicialmente . O que los medios ejerzan profesionalismo y observancia de ética que falla hoy en Colombia. Porque algunos colegas decidieron que el teclado de su computador o su micrófono son literales manoplas de matones para aniquilar honra y privacidad ajenas.