JUAN DANIEL JARAMILLO ORTIZ | El Nuevo Siglo
Domingo, 20 de Enero de 2013

Vientres y veneno a la venta

En su última edicion de 2012, Foreign Policy, incluye a Michael Sandel, profesor de Harvard, en la lista de los 100 pensadores globales mas sobresalientes. Sandel publicó el año que pasó un libro What Money Can’t Buy: The Ethical Limits of Markets (MacMillan, 2012) donde analiza la comercializacion que muchas actividades y hechos vienen teniendo en el mundo. Lo recuerda Foreign Policy: el vientre de una mujer hindú se arrienda por 8 mil dólares (ofrecen también contratos de leasing a perpetuidad), y el derecho a emitir una tonelada métrica de dióxido de carbono cuesta 10.50.
Todo parece estar a la venta y aunque las tasas de criminalidad muestran descensos importantes, en una mayoría de paises la tendencia mínima pero sistemática parece estar asentándose; el homicidio por hurtos menores. Ocurrió otra vez en Colombia hace dos o tres días cuando una persona asesinó a otra para robar sus zapatos.
El mercado en el mundo moderno asigna un valor literalmente a cada cosa existente. Y ha ido más lejos todavía al ponerle precio a derechos colectivos, operación en la cual el Estado ha actuado respondiendo a un criterio de eficiencia con omisión del ético. Es el caso de las externalidades económicas que le permiten a una empresa pagar por el envenamiento colectivo. “Yo te contamino y voy llenando de polución tus pulmones, provocándoles cancer quizá, pero…te pago”.
El problema, como demuestra Sandel, es doble y en ambas situaciones grave y serio. Primero, viene exacerbando la igualdad. Cuando más bienes y servicios, incluyendo salud, educación y acceso político pueden ser comprados como oro o derivados bursátiles, las personas más pudientes las acumulan en mayores cantidades. Segundo, colocar ciertos objetos e ideas en el mercado degrada su valor social. Pensemos, por ejemplo, en la práctica creciente de pagar a los estudiantes por leer.
En Colombia el voto ha venido perdiendo su valor social porque es objeto de compraventa continua. Así, no es visto como un instrumento para mejorar el estado de la sociedad sino un objeto que puede satisfacer algunas necesidades materiales. Y en la rama legislativa se estableció la costumbre diabólica, cuando nacieron los nefastos auxilios parlamentarios en la reforma constitucional de 1968, de que los gobiernos debían pagar efectivo por las leyes.
En la práctica de la comercializacion de todo con que nos han querido engolosinarnos los neoliberalismos van adentro pilares éticos de las sociedades. Que se han decantado a lo largo de los tiempos y será necesaria la reflexión sobre si su remoción es o no fundamental. No es filosofía para seres desocupados, amantes de la contemplación. Se trata de una sociedad cada vez más global cuyas nuevas generaciones operan en función única de compra y venta.

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Pese a su manto de nieve espesa, en el aire de Dublín se respira el olor de los libros. Para quienes los amamos, advertir en qué forma la declaración de la capital irlandesa como patrimonio literario de la humanidad por la Unesco ha sido respondida con una explosión de librerías, renovación de las antiguas y la consagración del libro como símbolo nacional irlandás. No importa que se hayan ido Shaw, Yeats, Beckett, Swift, Wilde o Joyce. En sus calles y cafés se siguen sentando como en Midnight in Paris, la película maravillosa de Woody Allen salida hace dos años, Hemingway, Dalí y Picasso. Se disfruta su compañía en cada esquina a mediodía y a medianoche.