¿Hacia una nueva reforma tributaria?
Recientemente volvió a agitarse el tema de la reforma tributaria. ¿Nos encaminamos hacia una nueva en el 2014? ¿Por qué? ¿Qué tan inminente es? El asunto salió a flote a raíz del acuerdo al que se llegó en La Habana sobre el segundo punto (aspectos políticos) de la agenda convenida entre el Gobierno y las Farc. Téngase en cuenta que al haber llegado a un acuerdo sobre este segundo punto de participación política, y después de que se había logrado un importantísimo consenso sobre el punto primero de la agenda (tierras y desarrollo rural) en el mes de junio de 2013, se ha evacuado un tercio de la agenda: dos puntos de seis. Lo cual hace mucho más probable que nos estemos encaminando hacia un acuerdo definitivo de paz con entrega de armas y desmovilización de la guerrilla, en algún momento del 2014.
Aunque en estas negociaciones rige el principio de que “nada está negociado hasta que el todo lo esté”, no es menos cierto que el haber llegado a un consenso sobre un tercio de la agenda hace mucho más creíbles las posibilidades reales de la paz en Colombia. El país, entonces, tiene que empezar a prepararse para ese escenario de paz y de posconflicto que se vislumbra en el horizonte. Y uno de los frentes sobre el que rápidamente hay que empezar a tomar las previsiones es el fiscal.
El posconflicto (o sea, las gigantescas tareas de todo orden que habrá que emprender a partir del momento en que se firme la paz y que pueden durar una década) requerirá, no solamente de muchísimos más recursos fiscales de los que actualmente están disponibles, sino de nuevas instituciones y de políticas públicas que profundicen las que ya se están implementando. Esto es evidente en lo concerniente al posconflicto rural. Es decir, las inversiones y las nuevas instituciones y políticas que se requerirá poner en marcha para cumplir con lo pactado en el punto número uno de la agenda. Cuyo contenido es de público conocimiento a la fecha.
Se estima que la sola financiación del posconflicto rural podrá costar entre 1,5% y 2% del PIB anual a lo largo de la década venidera. Ahora bien: esa magnitud y ese flujo de recursos no están previstos en las cuentas fiscales actuales. De allí que, inexorablemente, si se alcanza la paz, se requerirá de una reforma tributaria que la haga fiscalmente posible y sostenible. Ese es el escenario que tendremos a partir del 2014 si la paz, como todos deseamos y como los últimos indicios lo sugieren, se vuelve una realidad.
Vale la pena señalar que en el documento denominado “Marco fiscal de Mediano Plazo”, (2013) donde se incluyen las previsiones de gasto público para la próxima década, del déficit máximo tolerable para el período, y las premisas para cumplir con la regla fiscal que es un requerimiento constitucional a partir del 2014, se dice lo siguiente sobre las proyecciones contenidas en dicho documento : “… no incluyen recursos destinados a garantizar los acuerdos de una eventual conclusión exitosa de los diálogos de paz de La Habana. Cambios significativos en cualquiera de estos aspectos requerirían una revisión de la estructura de ingresos con el fin de asegurar los recursos consistentes con las necesidades de financiamiento de la Nación” (página 184).
En buen romance, lo que allí está dicho con lenguaje tecnocrático, es que si se firman los acuerdos de paz en el 2014 se requerirá inexorablemente de una nueva reforma tributaria. Para que las cuentas fiscales le cuadren al país en un escenario de paz.