El sombrío 2015 de Venezuela.
Todo lo que pasa en Venezuela nos interesa y nos afecta muy de cerca a los colombianos. Por eso es bueno echar una mirada, así sea rápida, a lo que viene sucediendo en el vecino país.
Primero que todo la economía. No puede ser más desesperada. Es muy probable que ya sea el Gobierno o el mercado hagan un ajuste profundo al funcionamiento -o mejor, al mal funcionamiento- de la economía venezolana a lo largo del 2015. Terminó el 2014 en recesión profunda, como lo confesó el muy poco independiente Banco Central de Venezuela. Con una inflación general del 66%, con un incremento de la cesta de alimentos del 92%, con un desabastecimiento prolongado y generalizado, con un sistema delirante de controles de precios. Y en medio de una debacle cambiaria insostenible.
En Venezuela existen varios mecanismos cambiarios, cada cual con un precio del dólar diferencial. El cambio oficial de un dólar por bolívar es de 6,50 y las subastas públicas a través de las cuales se asignan unas pocas divisas marcan una cotización de casi ocho veces superior a la tasa de cambio oficial. En el intermedio existen otros sistemas. Pero el 80% de las divisas se sigue asignando a través de la tasa de cambio de 6,50 bolívares por dólar.
Lo que viene ocurriendo en Venezuela es algo así como si Banco de la República en Colombia tuviera una tasa de cambio preferencial a 400 pesos por dólar, al paso que en las casas de cambio el dólar se cotizara a 2.400 pesos. Esto significa que el mercado -juez inapelable en estos asuntos- está diciendo que el Gobierno está vendiendo a unos pocos privilegiados que obtienen las divisas para importar, para subfacturar, o para hacer toda clase de trampas, a un valor equivalente a un octavo de lo que efectivamente valen los dólares. Esta es una situación insostenible por supuesto.
No es sorprendente, entonces, que la corrupción ande campante en Venezuela. Que las reservas del Banco Central se estén esfumando. Que el contrabando de alimentos hacia Colombia haya -a pesar de todas las declaraciones- encontrado su mejor caldo de cultivo con un dólar barato para ciertas importaciones de alimentos, con unos controles de precios delirantemente anti-técnicos que ahogan la producción venezolana, y con los anaqueles vacíos en los supermercados.
Esta situación es sencillamente inaguantable. Maduro había anunciado que en los primeros días del año haría anuncios importantes de virajes macroeconómicos y cambiarios. Nada de esto sucedió. Y prefirió irse a China con el sombrero a ver si las autoridades de aquel país le mantienen algún balón adicional de oxígeno con el cual sobrevivir en el 2015.
Con los precios actuales del petróleo (por debajo de los 50 dólares el barril), con la inflación más alta de América Latina y una de las más desbocadas del mundo, con unos controles de precios burocráticos ineficaces: en el último año el gobierno Maduro creó 55 entidades nuevas con el encargo de vigilar precios y abastos. Lo cual es la mejor señal de la impotencia para manejar este desbarajuste económico monumental. Es casi que inevitable que en este año presenciemos una devaluación fuerte del bolívar, que habrá de afectar desfavorablemente a Colombia en una primera instancia. Debemos estar preparados.
El socialismo del siglo XXI ha fracasado estruendosamente, así sus creadores y herederos quieran negarlo con declaraciones altisonantes.