Póker sangriento y reforma tributaria
El póker sangriento es quizá la modalidad más refinada de este juego de cartas. Las cartas se van destapando poco a poco, y las apuestas las van haciendo los jugadores a golpes de intuición y de audacia. Recomendado para jugadores arrojados; no para diseñar algo tan delicado como una reforma tributaria. El trámite de la actual reforma se viene pareciendo más a un póker sangriento que a una transformación ordenada de nuestra estructura tributaria.
Toda modificación de impuestos debe observar un principio básico, opuesto al que rige para póker sangrientos: información completa, previa y veraz sobre situación fiscal del país debe ilustrar las cartas tributarias que se pongan sobre la mesa. Veamos qué ha venido sucediendo.
Primero se dijo que se necesitaba financiar el faltante del presupuesto de 2015. Primera carta. Después, otra que decía que ya no se iba a financiar sólo 2015 sino que la reforma iba hasta 2018. La diferencia entre una y otra carta es la misma que hay entre 12,5 y 54 billones de nuevos impuestos.
Enseguida se destapó otra carta: que bastaba, se dijo, con prorrogar el impuesto a transacciones financieras y el de patrimonio. Oh sorpresa: al poco tiempo se destapa otra. Se establece una sobretasa al CREE y se elevan tarifas del impuesto al patrimonio que ahora pasa a llamarse a la "riqueza". Luego se dice que de ninguna manera se puede hacer una reforma estructural, mejor pensada y menos precipitada, pues todo el paquete 2015-2018 tiene que estar aprobado a 31 de diciembre de 2014. Quién lo creyera, enseguida se dice que quizá sí se puede tramitar una reforma tributaria integral el año entrante pues, según revela carta desconocida hasta este momento, la OECD nos regalará a principios del año entrante con un proyecto de reforma tributaria integral para Colombia.
En las cartas originalmente distribuidas a los jugadores (la exposición de motivos inicial del proyecto) se decía que con la reforma planteada se financiarían necesidades presupuestales del país entre 2015 y 2018. Pero luego se destapa una carta nueva e inquietante: Fedesarrollo advierte que esa proyección es una fantasía. Que aun aprobando la reforma en curso habrá faltantes en los años venideros equivalentes al 1,2% del PIB por año. La carta puesta originalmente sobre la mesa cuando se justificó la reforma tributaria de 2012 decía que la eliminación de parafiscales se compensaría fiscalmente con la creación del impuesto "CREE". Con lo cual la operación era neutra y favorecería el empleo. Con la reforma que actualmente se discute aparece nueva carta sobre la mesa: incrementar el CREE con una sobretasa que destruye la inicial ecuación pro empleo de 2012.
En el momento de escribir esta nota se prepara destape de la última carta. El Gobierno inicialmente puso sobre la mesa la de elevar y prolongar el impuesto al patrimonio. Los jugadores del lado gremial pusieron el grito en el cielo y largas negociaciones se llevan a cabo: ¿insistirá el Gobierno en la carta patrimonial inicialmente exhibida? ¿O aparecerá una nueva que prescinda del impuesto a la riqueza y lo cambie por más tributación a utilidades?
Y ¿qué se les dirá a los sindicatos si esta nueva carta se concreta, luego que salieron del Palacio de Nariño la semana pasada felicitándose que se estuvieran gravando (tales fueron sus palabras) los altos patrimonios del país? Y ¿qué dirá el Congreso que hasta el momento ha jugado como dócil convidado de piedra? Se le urgió para que aprobara a las volandas en primer debate (cosa que hizo diligentemente) la propuesta original del Gobierno. Pero si surge una nueva carta fruto de negociaciones Gobierno-gremios: el Congreso, principal jugador por disposición constitucional en lo que toque con los impuestos, ¿qué va a decir? ¿Las va a aceptar así no más?
Definitivamente una cosa es jugar póker sangriento y otra construir una reforma tributaria seria.