RECIENTES EJEMPLOS
La necesaria democracia gremial
Los gremios que manejan fondos parafiscales deben tener -así lo ha reiterado en repetidas ocasiones la Corte Constitucional- una clara estructura democrática en la manera como se eligen sus órganos de dirección. Y la razón es simple: el manejo de los recursos parafiscales es equivalente al de un tributo cualquiera, es decir, son recursos públicos similares a los impuestos: solo que por disposición de la ley están afectos al bienestar del sector específico que paga dicha contribución.
Por eso todos quienes pagan las contribuciones parafiscales deben tener al menos la posibilidad (que debe estar reconocida por los estatutos de la entidad privada que maneja el fondo parafiscal) de ejercer el elemental derecho democrático a "elegir y ser elegidos" en los órganos de dirección de la respectiva entidad; que normalmente es una entidad gremial de carácter privado.
Esta semana el gremio de los cacaoteros que maneja el fondo parafiscal del cacao, convocó a cerca de 28.000 cedulados del sector para que de manera democrática eligieran a aquellos que habrán de manejar el fondo parafiscal de cacao en nivel regional y nacional en los próximos años.
Hace pocas semanas los cafeteros hicieron exitosamente lo mismo: cerca de 150.000 caficultores dotados de la cédula que los acredita como tal, concurrieron a las urnas a elegir sus representantes en nivel municipal, departamental y nacional.
El grado de participación electoral fue notable: cerca del 65% de quienes disponen de cédula cafetera participaron en estas elecciones, o sea, una tasa de participación electoral superior a la que normalmente obtienen los parlamentarios o el propio Presidente de la República en Colombia. De allí la inmensa legitimidad que rodea a los dirigentes gremiales que resultan electos en estos procesos de participación democrática de carácter gremial.
Además de ser una clara violación al espíritu de la jurisprudencia de la Corte Constitucional, es muy reprochable que otros gremios del sector agropecuario (como es el caso de Fedegan) que también manejan recursos parafiscales, se muestren refractarios y no hayan querido tener un comportamiento democrático transparente como éste del que han dado buen ejemplo cafeteros y cacaoteros.
Si un gremio privado no maneja recursos públicos de carácter parafiscal puede darse la organización estatutaria que a bien tenga. Pero si maneja recursos públicos (como lo son los parafiscales) tiene el deber de abrir sus estructuras a todos aquellos que pagan el tributo parafiscal. Para que al menos puedan hacer uso de su elemental derecho a elegir a quienes mejor les parezca, o a postular sus nombres como candidatos a dirigir las instancias directivas del gremio correspondiente.
Gran parte del malestar que en algunos sectores agropecuarios se percibe, proviene precisamente de que muchos agricultores o ganaderos que -pagando la correspondiente contribución parafiscal-no se sienten representados en estos gremios que son manejados por reducidos círculos, con muy poca representatividad y precaria legitimidad.
Ojalá pues se comprenda que la necesidad de airear las democracias gremiales de quienes manejan fondos parafiscales no es un capricho de la Corte Constitucional, sino una exigencia insoslayable para quienes se presentan -a menudo con más arrogancia que legitimidad- como voceros de estamentos agropecuarios.
El reciente ejemplo de los cafeteros y de los cacaoteros es digno de imitarse. Y el Ministerio de Agricultura, que por disposición de la ley es el vigilante de que las normas que rigen las parafiscalidades de carácter agropecuaria en el país se cumplan, no debe estar ausente frente al deber de hacer cumplir estos postulados.