LA OTRA CARA
Prevenir aquí
LA crisis humanitaria en Venezuela asoma sus garras en dimensiones alarmantes, en ciudades y poblaciones donde carecen de elementos para sobrevivir. Crece el número de personas que quieren salir de su país.
El drama jamás imaginado por los venezolanos registra, desde regiones portuarias, desplazamientos de migrantes en la noche y el amanecer buscando a través del Atlántico, países caribeños.
En embarcaciones discretamente preparadas sin formar caravanas y sin dejar advertir que van pasajeros, emprenden sus recorridos debidamente preparados en la semana.
Un testimonio de periodista que salió de Caracas, hace varios días, junto con familia a buscar refugio en pequeña ciudad del norte venezolano, relató en pocos minutos de celular, a este columnista, como la situación insostenible ha provocado la decisión desesperada de abandonar.
Lo hacen ante la carencia total de alimentos, medicinas, cortes de energía, escasez de elementos de primera necesidad y colas de dos días para tanquear automotores, con poco dinero y desvalorizado. Las líneas aéreas redujeron vuelos porque no hay quien pague tiquetes.
En lugares portuarios siguen recomendaciones, voz a voz entre la ciudadanía, para huir, según las condiciones del mar. Los desplazamientos comenzaron hace varias semanas, con absoluta discreción.
El clima de desesperación se extendió por distintas regiones. Las migraciones incluyen a quienes han salido de centros urbanos, los más golpeados por las congestiones, en busca de recursos y el hallazgo en completa desolación, de los que fueron puntos de abastecimiento y comercio populoso en otros años.
Es reflejo preocupante para la frontera, que ha sostenido en el último año, no menos de cinco situaciones crudas en Venezuela. Esta vez se trata de crisis humanitaria, con características de inminente estallido social en la medida que aumenta la escasez total.
En Caracas manifestaciones de apoyo al Gobierno desaparecieron, tanto como la defensa prometedora de la dictadura. En el estómago y en el bolsillo se miden resultados económicos de un país.
Es otro reto para Colombia. De la diplomacia, debe bajar al terreno de los acontecimientos, para proteger su frontera de 2 mil 219 kilómetros, con seguridad, medidas sociales y económicas de abastecimiento para residentes en los seis departamentos y, sin recurrir a la fuerza, impedir desplazamientos hacia Colombia.
La Reforma Tributaria colombiana no puede descartar medidas de excepción para quienes viven en la frontera con Venezuela, dada la integración de familias y pequeños negocios de personas de ambas nacionalidades.
Prevenir es contener males mayores para evitar mezcla de estallidos venezolanos con dificultades internas colombianas.