JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Jueves, 19 de Junio de 2014

Viveza criolla

 

Un grupo de librepensadores, no identificado, colocó a través de correos en Internet, el resultado de una investigación sin tapujos, sobre el ciudadano colombiano, frente a su país y al resto de la comunidad en actividades públicas y privadas. Comienza por afirmar que se necesita materia prima para construir país, y la esencia, está en el pueblo mismo, para edificarlo, si las personas lo hacen desde lo honesto, eficiente y productivo. Ese camino no se ha seguido porque la educación va por otra vía. El problema nace en familias que ya no son familias, y predominan colegios y universidades que son costosas agencias comerciales de títulos y especialidades para multiplicar negocios.

Las instituciones educativas se esfuerzan por no mostrar la cara que está detrás de sus paredes. La fachada y el logo venden. Ahí se cultiva la planta de la corrupción. Observa, además, que el trabajador del común o el profesional reconocido, buscan beneficiarse de empresas, donde son contratados, porque desde el ingreso, presumen que esos negocios  grandes o pequeños han sido adquiridos por sus dueños mediante prácticas corruptas.

 Agregan esta apreciación irrefutable: “Alzan con lápices, lapiceros, blocks y libretas para sus casas”. Ahorran en su bolsillo y le gastan al dueño. Se diría con acierto que es el principio de la insolidaridad y la desconfianza que terminan alimentando egocentrismo.

Colombia desarrolla lo que denomina “viveza criolla”, moneda que se valora más que el dólar o el euro, porque “hacerse rico de la noche a la mañana es virtud, en lugar de vivir en valores y respetos”. Esos grupos  buscan a sus similares para formar cadena de corrupción con pétalo social.

Dicen los analistas que en estratos de bajos recursos está el ciudadano que saca pecho, porque roba línea de televisión por cable a su vecino, como lo hacen quienes toman energía de empresas públicas, o al propietario de garaje que roba baterías de automotores en barrios periféricos. Precisan los anónimos corresponsales que “cualquiera que sea elegido Presidente de Colombia, nunca será reconocido como buen mandatario. De todos, se hablará mal”. Todo porque la viveza piensa en lo personal, para  bolsillo y estómago, no en las demás personas. Por eso nadie cree en programas comunitarios, ni en quien los dirige, como debería ser. Cada uno quiere lo suyo.

Sin educación y cultura masiva aplicada en serio por Gobierno y ciudadanía, se seguirá cultivando corrupción, por encima de narcotráfico y terrorismo. Los analistas no se equivocaron. En la calle nadie cree en nada. -Al circo corrupto se le llama viveza criolla-.