Juan Álvaro Castellanos | El Nuevo Siglo
Jueves, 11 de Junio de 2015

LA OTRA CARA

Vecino incómodo

Muy  pálida la respuesta del Gobierno colombiano a la ofensa del dictador venezolano, quien sostuvo que “Colombia es  un exportador neto de pobreza”, al justificar supuestas razones de la expulsión de colombianos desde ese país.

El presidente Santos dijo que  -Colombia es generador de prosperidad y que   lo mejor que le deseamos a Venezuela, es bienestar y, en eso, estamos dispuestos a ofrecerle ayuda-.

Puso el mandatario la otra mejilla, para recibir en cualquier momento un  golpe verbal que, sin duda, no corresponderá a la amistad ofrecida y la colaboración económica, social y de servicios que a lo largo de la historia, Colombia le ha brindado a Venezuela.

Aclaremos. Si se trata de ofrecer esa ayuda al venezolano del común, vaya y venga, con mucho gusto. Así  ha hecho Colombia durante décadas, con exportación de profesionales de verdad en medicina, ingenierías, arquitectura, metalmecánica, mecánica automotriz y agricultura entre otras especialidades. Otra cosa es que el dictador vecino, solo conoce la óptica bolivariana-chavista, donde se formó, pero si se trata de extender la mano a ese Gobierno, hay que pensarlo dos veces, porque puede responder de nuevo con ofensas y con sus gritos característicos, sobre otros aspectos, para buscar peleas que no las encontrará.

Colombia con defectos, virtudes, aciertos y desaciertos, de la vida interna de esta nación, respira hace muchos años, aire ideológico puro, libre pensamiento y creatividad, con  ciencia, arte y cultura, en niveles que están kilómetros de ventaja, frente al vecino incómodo.

Pasan de 2 mil, los colombianos expulsados durante el último año. No todos tienen compromisos judiciales o eran desempleados allá. Los servidores de la dictadura, lista en mano pasan por comercios y empresas en general, revisando nacionalidad de trabajadores, para cazar colombianos y entregarle cuentas al jefe. En el Centro de Recepción de Cúcuta, algunos acreditan vinculación laboral que tenían en Venezuela, con años de residencia y certificación de vida ciudadana normal. La protección a deportados debe mantenerse al menos de manera temporal, mientras ubican sus familiares en el país.  

Salen sin plata y sin pertenencias, porque todo se lo quitan los guardias del  tenebroso sistema policial. Entre las víctimas hay grupos familiares de todas las edades, perseguidos como delincuentes, en un procedimiento igual a dictaduras de los años 50 con Trujillo, en República Dominicana, Somoza, en Nicaragua y Stroessner en Paraguay.   

Hablando claro, al vecino incómodo hay que decirle que, en lugar de ofender, que pague US$ 400 millones que debe a Colombia.

juanalcas@yahoo.com