De frente
Los colombianos no van elegir Presidente con base en las tendencias que muestren las encuestas, así las cifras y porcentajes estén aproximadas a la verdad. Tampoco irán a las urnas llevados por enfrentamientos, de quien ya estuvo en el poder, contra quienes pretenden hacerlo en el próximo período. El choque con acusaciones entre los aspirantes, asoma como único punto de campaña, en la más fría de las etapas preelectorales a la Presidencia en la historia reciente de Colombia.
Predomina frialdad y escasez de ideas, en lo escuchado hasta el momento en los anuncios publicitarios emitidos en los medios de comunicación. Al margen de la bandera de la Paz, del Gobierno reeleccionista, es lógico que la defienda porque es punta de lanza de su administración. Recoge en buena parte, respaldo ciudadano para que ese propósito se consolide. Sin embargo, la plataforma de iniciativas en general, de todos los candidatos, es pobre y sin novedades.
Los mensajes de los cinco aspirantes son repetitivos de lo obvio que manda la Constitución. Que la seguridad será para todos, y se hará cumplir. Que es el instrumento para impulsar desarrollo y derrotar distintas formas de delito. Para eso los eligen. Otro plantea gerencia del país, con principios distintos a los tradicionales en la política aplicada en Colombia. Sostiene que es el momento para que los sueños se conviertan en hechos reales. Eso mismo dicen los horóscopos.
Prometen definir un sistema de Salud eficiente, que también es oferta lógica, junto con Reforma a la Educación. Ambos proyectos siguen enredados en Congreso y Gobierno.
El punto de mira debe ser la corrupción, delito rechazado solo de palabra, que tiende a convertirse en costumbre de puertas para adentro, en actividad pública y privada. Ningún candidato penetra la maraña de la corrupción, que está por encima del narcotráfico. Es una práctica con miles de aplicaciones, similar a cualquier renglón de la economía, disfrazada de negocios. Así se deriva contrabando de toda clase, falsificación de marcas, exportaciones e importaciones ficticias, contratos fraudulentos, y adjudicación de obras, en llave con quienes manejan timones intocables del país. ¿Qué candidato se le mide al tema?
La solución no es mostrar en la cárcel a empleados de tercera línea de la DIAN, o a ´cuellos blancos´ de Interbolsa. Se requiere ya el debate público de los aspirantes a la Presidencia, para que se comprometan, y digan -cómo enfrentarán la corrupción que carcome al país-. De frente, señoras y señores candidatos.