LA OTRA CARA
Amores con China
El romance económico y de cooperación técnica y cultural entre Colombia y China quedó planteado bajo promesas de fidelidad, al precisar el Gobierno que, el país asiático es el segundo socio comercial con negocios bilaterales por 17 mil millones de dólares, en los últimos 10 años. Sin embargo, por año, es balanza deficitaria. La tecnología de empresas chinas en el país manda la parada.
Para analistas particulares es una alianza más forzada por China que por Colombia. La economía china se ha desacelerado, -durante el último año- dijo prensa internacional el mismo día del compromiso que formalizaron en Bogotá. El objetivo de China es el Tratado de Libre Comercio. Esa es la almendra del negocio que buscan. Su principio histórico ha sido funcionar dominando en todo lugar. El temor en regiones colombianas es la invasión de migrantes chinos detrás de su comercio, como ha sucedido en otros países. Además, la percepción colombiana del común, es que los chinos juegan por debajo de la mesa.
El TLC puede ser un anillo que le apriete a Colombia en lugar de símbolo económico, a riesgo de transformarse en rompimiento de una relación con socio rico, acostumbrado a cargar con su gente, a donde va. En medio de que se desprestigia calidad asiática, en naciones desarrolladas han efectuado campañas de divulgación para explicar que mafias internacionales de contrabando se aprovechan para hacerlo con productos chinos o los falsifican en buques navegando en alta mar. Esa mercancía invade calles de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. Así golpean producción y comercio de textiles, calzado, repuestos y partes para automotores elaborados en el país.
La oferta colombiana tiene que ampliarse para no quedarse en metalurgia, minería legal, café, flores, frutas, cueros, esmeraldas y materias procesadas para productos químicos y concentrados para agricultura.
Será buena alianza, si tecnología china llega a agroindustria nacional con capacitación técnica, además de su novedosa propuesta de enseñar a construir rápido vivienda con calidad y comodidad. Lo hacen en Ecuador y Perú. Destacable la posible sociedad con empresas colombianas en obras de infraestructura básica. A los asiáticos se les reconoce proyectos creativos con trenes, tranvías y puentes en el mundo.
Ojalá 8 mil millones de dólares, donados al posconflicto, lleguen donde se requiere, de lograrse la paz, para rehabilitar regiones con población desvalida.
Con China como socio, no es para emociones, sino para trabajar realidades con ojo abierto. Estos amores pueden durar hasta cuando el contrabando y la invasión de chinos los separe.