Desatar nudos
La tormenta tuvo causas centradas no solo en olvido y desgreño hacia la agricultura, también en precipitaciones en el hablar y actuar del Presidente y su Gobierno, al margen del oportunismo de bandas armadas, siempre al servicio de toda protesta. Tres ministros hablaban al tiempo, reconociendo el reclamo agrario y repitiendo la misma condena contra los violentos. Cuanto más se repite algo, tanto más rechazo provoca.
Santos mezcló Reelección con Referendo por la Paz y ha anunciado por enésima vez, obras de infraestructura que no llegan; insiste en lo bueno, sin corregir lo malo en economía social, a la vista de todos. En contraste, con seriedad y precisión, anunció el concepto de Colombia, frente al nudo que nos mando la Corte de La Haya, frente a Nicaragua.
En cuanto al nudo agrario es cierto que viene desde la Independencia Nacional, pero esta y otras administraciones, no podrán dormir más con el abandono del agro. Industria, comercio, finanzas y agricultura con tecnología avanzada, deben estar a la misma altura.
Los TLC inciden en la llegada de alimentos, pero nunca en el volumen que se les atribuye. Hay salvaguardas para la producción local. Tendrán que aplicarse ajustes, en cada renglón para proteger cosechas nacionales.
Empresarios pendientes de hacer alianzas público-privadas, ahora lo piensan dos veces. Preguntan si en un año que resta del actual Gobierno, esos negocios alcanzarán a configurarse con celeridad. Los gremios esperan que el Programa de Reactivación Agraria Nacional comience ya. Todo está discutido y analizado. Es un camino conocido. Acogen iniciativas para enfrentar el contrabando proveniente de Ecuador y Perú, pero mantienen reservas sobre el dinamismo esperado. No es asunto de control policivo, hay falsificación de documentos para legalizar ingreso de mercancías.
No se desconocen esfuerzos del Ministerio de Transporte y Obras, en construcción y mejora de vías, pero compañías constructoras se quejan de la lentitud para abrir licitaciones y hacer adjudicaciones.
Insólito que Tunja, capital de la reserva agraria, no tenga aeropuerto. Un extenso arenal es utilizado, de vez en cuando, por avionetas y helicópteros. Sin torre de control, hacen señales con trapos para aterrizar o decolar. Hace 30 años esperan el tren entre Bogotá y Belencito. Son los símbolos del paro agrario y la desigualdad nacional.
La agricultura merece una porción de los 600 millones de dólares que acaba de aprobar el Banco Mundial a Colombia, tanto como lo reclamado por los educadores en salud y pensiones. Es otro nudo en el olvido. Las cosas están claras: los nudos económicos y sociales se pueden desatar con diálogo a tiempo, decisiones concretas y resultados tangibles, por viejos que sean los problemas.