JUAN ALVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Jueves, 10 de Octubre de 2013

LA OTRA CARA

Cuenta de cobro

Gran parte de la ciudadanía recibió con repudio y asombro el duro golpe que el Congreso de la República propinó a sectores sociales de bajos y medianos recursos, al despreciar la semana pasada el debate a la Reforma a la Salud. Luego de un año de lentitud para desenredar la madeja de uno de los temas más sentidos por millones de personas, la respuesta de los legisladores, fue darle la espalda al debate requerido, sobre el proyecto presentado por el Gobierno.

No hay explicación razonable para que recurrieran a ´plan tortuga´ y ausentismo, para presionar el mantenimiento de la denominada -Prima Especial por Servicios- que  finalmente acaban de recibir como reconocimiento adquirido. Eso es otra discusión. Lo censurable fue  la actitud para disminuirle velocidad, a la decisión de la Reforma y encapsularla en aplazamientos.

Esa compostura ante los electores raya en delito de iguales o peores proporciones, a los cometidos por gente del común, en protestas con desmanes y bloqueos. El rechazo no tuvo trascendencia en medios informativos, porque no hubo marchas, ni concentraciones,  con desórdenes que saltan al registro de imágenes de cada día, como está acostumbrado el país. La reacción aparentemente silenciosa dejó en evidencia, soberbia y en muchos casos dolor, ante las disculpas de los legisladores, quienes con pereza y desgano, reiteraron que “el proyecto de Reforma es complejo y, que al Gobierno le ha faltado didáctica”. Lo dicen cuando está a punto de terminarse el año y el período legislativo.

En las salas de servicio de las EPS está la verdad del sistema de salud y  el medidor de opinión, de quienes afrontan esperas y vueltas, de un sitio a otro, para recibir atención adecuada. La gente mantiene inconformidad con el Gobierno por falta de liderazgo para dejar o corregir la Reforma y, con el Congreso, por la desidia manifiesta con el tema. Preguntan para qué se hacen elegir, qué buscan en las curules, quién o quienes, les infiltran su labor y, qué negocios hay detrás del sistema de Salud, con redes en el Congreso. La corrupción va más rápido que las leyes.     

No se trata de acabar el Congreso, sino de cambiarlo de cuerpo entero, sin descartar, un ahorro significativo para la Nación con establecimiento de una sola Cámara. La ciudadanía ya pasó cuenta de cobro al Congreso. El país debe decidir con seriedad y cumplimiento, si la Reforma a la Salud sirve o no, para el interés público. De lo contrario será necesario buscar alternativas para definir un sistema consistente y efectivo, como funciona, sin tragedia, en tantos países del mundo.