Decir y hacer
El anunciado Gran Pacto en favor de la agricultura y la minería se convirtió en otro reto del Gobierno nacional frente al país, alrededor de una de las plataformas más sensibles en la vida económica y social de toda la historia colombiana. El agro reclama el lugar que le corresponde con su potencial de 4 millones de hectáreas productivas y más 12 millones de personas, dedicadas con esfuerzo y sin protección, a cultivar auténticos valores de la reserva más olvidada de la Nación. Equivale a un país dentro del país.
El desfile de candidatos a Presidencia, cuerpos colegiados, gobernaciones y alcaldías, durante muchos años, ha sumado una cadena de promesas. Son semillas que luego se multiplicaron por cuenta de la corrupción, el desgreño y el falso trato social con el agricultor. Siempre se esgrimen disculpas atribuidas a condiciones climáticas, altos costos y riesgos en inversión por fenómenos naturales. Lo cual, no es muy cierto, frente a la innovación tecnológica de hoy, en producción y preservación de bases alimentarias, desarrolladas en el mundo y aplicadas por latinoamericanos con menos agricultura que Colombia. Todo está debatido, analizado y saturado de verdades, mentiras, intereses, afán de poder y monopolio de negocios, alrededor de precios y contrabando. Esa sombra se extendió en silencio a la minería, protagonista de una puja nacional y extranjera.
Frente al Gran Pacto, los gremios juegan carta fundamental. No podrán seguir amarrados a intereses partidistas en el Congreso y despachos oficiales, para lograr reconocimientos y financiación para sus respectivos renglones de afiliados. Muchas veces caen en prácticas cercanas a la corrupción, por excesivo lobby en Cámara y Senado, con efectos que cruzan el Ministerio de Agricultura. La misión de los gremios del agro, debe ser investigación, planeación, desarrollo, producción y fomento comercial. En agricultura se refleja la necesidad de cambios de fondo, en la estructura económica. Cambios que no llegarán pronto, porque Colombia, sonríe por una ventana a EE.UU., por la otra a Europa y en la puerta, a la Alianza del Pacifico.
La decisión de Gobierno se espera pase de los acuerdos a una definitiva política estatal para el agro, sin miedo y con equilibrio frente a los TLC, fortalecimiento del Banco Agrario y replanteamiento en sus operaciones y servicios. Así también aguardan minería y combustibles, junto a organizaciones indígenas.
Llegó la hora para decir y hacer. Con el agro a la cabeza se espera el comienzo de la reconstrucción de la economía, una prioridad con respaldo constitucional para todos.