El país real
Basta mirar con atención y detalle los puntos geográficos y la semblanza de quienes hacen parte de la ola de protestas sociales y económicas en el país. De cuerpo entero más de 15 millones de personas están en pie, tomado el cálculo, según índice de población de 5 lugares en conflicto. Saltan a la vista los orígenes y su cadena de desgreño estatal, sumado al saqueo histórico protagonizado por el caciquismo regional.
El válido rechazo del Gobierno a la protesta con violencia se queda apenas en la puerta del caos iniciado hace muchas décadas. De manera independiente de los mecanismos de presión activados por guerrillas y dirigencia de la zona, como parece comprobarse esta semana, las miradas de Gobierno y empresa privada, olvidan los orígenes de la situación del Catatumbo, de poblaciones ignoradas entre Antioquia y la Costa; de zonas del eje cafetero y de áreas de cultivo tradicional en Tolima, Huila y Cauca.
La ciudadanía del común en estrato medio, dedicada a la formación social, educativa y laboral, con sus respectivos grupos familiares, haciendo pequeña y mediana empresa, trabajando al servicio de grandes compañías o de manera independiente para sobrevivir, tiene otra visión sobre la realidad de las protestas. El fondo del conflicto en Tibú, data de 1905 cuando la Concesión Barco, en Tibú, Norte de Santander, potencial en petróleo, asfalto y hulla, surgió como una de las reservas de la Nación, en manos de una transnacional. Y estallaron los problemas, como consecuencia de la marginación social, incluida la población indígena.
Años después nacionales y extranjeros de -Colombian Petroleum Company- residían en una ciudadela encerrada en mallas, con plantas eléctricas, acueducto privado y supermercado dotado con farmacia. Estaban separados de la población de Tibú, que solo veía pasar los tanques con crudo en el viejo tren de carga y pasajeros, entre ellos directivos y empleados que se movilizaban hacia la Costa Atlántica, o por carretera a Cúcuta. Así lo cuenta la Historia de Colombia que ya no se estudia.
Esta vergüenza hizo carrera al paso de los años, con ausencia de regalías e inversión social. Políticos, caciques particulares, gobiernos y congresos, sembraron parte de la semilla de corrupción en el país.
Otros fenómenos sociales de hoy tienen orígenes parecidos. La corrupción es renglón activo en la sombra de la economía nacional. Tasas de interés amañadas, contratos bajo la mesa, ´mordidas´ y adjudicaciones a dedo, alimentan el esquema. El país real justifica presencia de las fuerzas estatales para restablecer el orden, pero reclama con urgencia y como propósito nacional, una política de inversión social efectiva, además de lucha contra la corrupción, superior a la aplicada contra narcotráfico y guerrilla.