JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Jueves, 18 de Julio de 2013

Espías criollos

 

El espionaje desde escenarios de trascendencia política y económica en el mundo se reproduce gracias a tecnología y refinadas prácticas empleadas por los países desarrollados. Quienes saben del tema, afirman que los grandes encuentros sobre seguridad internacional, no son otra cosa que enseñanzas de espionaje.

En Colombia, lo que coloquialmente fue conocido  como chismografía de fondo, se convirtió en amalgama de seguridad e investigación. Aquella frase de cajón, “averigua y me cuentas”, pasó de lealtad y  confianza, a negocio empresarial con reservas. Está dentro de lo que se denomina en empresas e instituciones, como -alta asesoría especializada en Seguridad-  para un gobernante, un político, un empresario o un grupo de empresarios. No solo para protección, sino para saber en qué están los demás.  

Su origen conocido como Investigador Privado, desde los años 1800; convertido en profesión por los británicos; desarrollado en  historias truculentas escritas por  Agatha Christie y empleado en la II Guerra Mundial, está vivo y en acción.             

No solo han ´chuzado´ en DAS y organismos del Estado. También empresas disfrazadas, para servir a Gobierno y particulares, hace muchos años. Siguieron enseñanzas de potencias mundiales que comenzaron con fotografía, telégrafo, y teléfono.

 Los investigadores de hoy, no están detrás de postes y árboles, sino en centrales de computación, con frecuencia satelital, con imagen, sonido, y redes de fibra óptica que penetran comunicación privada. Y no se trata del espionaje a infidelidad de parejas, con técnicas de viejos detectives. El de peso pesado conoce interioridad  de contratos, nuevos productos, transacciones, negocios, decisiones de juntas directivas y movidas políticas.    

Es profesión generadora de trabajo, con buenos honorarios. No existe legislación internacional reglamentaria para  industrias productoras de equipos. Y no la puede haber. El secreto de competencia está en las aplicaciones que ofrecen esos equipos especializados.  Hay empresas de espionaje, creadas en público y en privado, con fachada de seguridad. Están al servicio de lo ilegal, y lo institucional. Gobierno, partidos políticos y grupos empresariales las han contratado. Por esta razón, ya no hay privacidad. Conocen número de cédula, dirección, actividad e intimidad de toda persona. Venden memorias de datos.

Mientras Edward Snowden, el espía más famoso en este momento,  escribe el -best-seller- de secretos mundiales, que será publicado años más adelante, el espionaje en Colombia avanza con tecnología y relaciones públicas por lo alto.

Expertos en esta supuesta seguridad consideran normal su oficio y reconocen que es espionaje. Con humor y sarcasmo, no descartan que en cualquier momento, el país se sorprenda con grandes revelaciones.

Los espías criollos con pesos, dólares y euros, hacen un subsector muy activo de la economía. Pesa más de lo que se cree.