País para imaginar
SI no es porque ‘Alfonso Cano’ y su cerco guerrillero estaban en el Cauca, esa región suroccidental del país no habría tenido otra figuración en lo que resta del presente año. Menos Morales, Suárez, Corinto y Caloto, municipios verdaderos potenciales naturales del país, por su riqueza minera, incluido oro.
Cauca, con 29 mil kilómetros cuadrados y un millón y medio de habitantes, con agricultura y ganadería, como sus principales fuentes de trabajo productivo, es segundo productor de caña de azúcar en el país; asoma en los indicadores económicos, hasta octubre, como una de las cinco regiones más deprimidas, y su capital, Popayán, con el más alto desempleo.
Esa zona, símbolo en la historia del país, ha sido terreno abonado para la unión delictiva de narcotráfico y guerrilla, que sometió a comunidades campesinas e indígenas a agruparse en pequeñas poblaciones, que con o sin violencia han estado en el olvido estatal hace muchos años.
El retrato social se repite en Huila, Nariño, Caquetá, Putumayo, Vaupés y Chocó, además de municipios en el sur de los departamentos de la costa norte. Cuando se revelan indicadores económicos o dificultades de distinto orden, se refieren sólo a capitales departamentales; las periferias quedan inadvertidas.
Es el trasfondo de dos hechos que se encontraron la semana pasada en el escenario nacional: la caída de ‘Cano’ y la Reforma del Estado, dispuesta por el Gobierno, en la que se crearon, entre otras, dos dependencias con nombre muy particular para el cumplimiento de los objetivos esperados: Agencia Nacional para la Superación de la Pobreza y Departamento Administrativo Nacional para la Prosperidad.
Con o sin desmovilización de la guerrilla, estas nuevas agencias estatales tienen el reto de mostrar hechos y resultados, para unir población marginada con quienes habitan en el desarrollo urbano. Se requiere ofrecer ‘ganchos’ llamativos que motiven a cambiar armas por herramientas, junto a la Ley de Tierras que está en marcha.
Aunque parezca normal, todo se complementa con la extensión de la Fibra Óptica a zonas apartadas; eso significa un paso definitivo para la verdadera integración del país.
Rompe el criterio de separar lo urbano con lo rural. Habrá un despertar de economía regional, educación, administración, servicios médicos y desarrollo de proyectos productivos.
El país para imaginar y pasar a la realidad está listo. Tiene las piezas indispensables para armar el nuevo mapa. Ojalá el manual de instrucciones y sus ejecutores no estén más saturados de teoría que de práctica.