Que arranque
La economía colombiana estrena motor con piezas e instalaciones exigidas hace no menos de 10 años. Su manual de acción, el Plan de Impulso a la Productividad y Empleo -PIPE-, es recibido con expectativa y esperanza, de reorientar sus proyecciones, y colocarla ojalá por fin, al servicio de todos los sectores sociales.
Como es habitual en el país, las buenas intenciones con bases y estructuras de profundidad y altura, aparecen tarde. Otras veces, las circunstancias presionan a los gobiernos para actuar con ejecución y en coherencia con necesidades de la ciudadanía.
Sin exageraciones, el Plan se convierte a partir del segundo semestre, en el reto más importante para Gobierno y sector privado, después de la adhesión, que con aumento, ha captado el diálogo para terminar el conflicto y buscar la paz. De entrada, empresas nacionales y multinacionales, miran con optimismo la esperada eliminación de los impuestos parafiscales, -un collar al cuello de inversiones particulares-.
Colombia se ubica a la altura de muchas naciones en el mundo, donde el bienestar familiar y, la capacitación educativa, hacen parte de un núcleo presupuestal de la Nación, sin convertir esa financiación, en presión tributaria para pequeña, mediana y gran empresa. Industria, agro y comercio, deben mantenerse vigilantes en la reducción de la retención en la fuente, otro impuesto gravoso que al menos, se reduce de manera notoria.
El Plan anticipa a partir del segundo semestre, eliminación de aranceles, para importación de materias primas, no producidas en el país, siempre que vayan a industrias trabajando a pleno vapor. Y, además, que a la banca no se le traspapele el compromiso de rebajar tasas de interés para financiación de vivienda.
Está por verse, la estrategia contra el contrabando, el más antiguo flagelo para la economía. Parece un contrasentido decirlo, pero lo mejor será, que no se detalle la forma como se controlará, porque es un delito que tiene en el país, expertos que hicieron del contrabando, empresas organizadas para cometerlo.
El acuerdo público y privado para poner en marcha la industria, generar empleo y reconquistar mercados en el exterior, es la carta más atractiva que puede recibir el país, cubierta de exigencias para todos. Gobierno con reglamentación clara y concreta. Empresa privada, con decisión para impulsar producción y contratar mano de obra, en la medida en que tome vuelo el Plan.
Autoridades regionales, gremios, centrales obreras y ciudadanía, ojalá aporten elementos de valor para cumplirlo, y ojo avizor, para rectificar cuando sea necesario. Que arranque el Plan de Impulso a Productividad y Empleo, - PIPE- bueno en contenido y en el nombre que lo identificará.