Tras la caída de la Selección Colombia ante su similar de Argentina en Barranquilla, no han faltado las voces de comentaristas y analistas deportivos que ya están pidiendo la cabeza del técnico José Pekerman. Si bien entre el aficionado promedio, de por sí apasionado, son entendibles esta clase de reacciones apresuradas y altamente emotivas, no así entre quienes tienen un conocimiento más profundo y sereno de la realidad futbolística nacional.
Es claro que sumar apenas cuatro puntos de doce posibles, con el agravante de haber perdido de local, no es un buen arranque. Sin embargo, la eliminatoria mundialista es larga y faltan 14 partidos. Pekerman ya demostró que es un técnico capaz de superar contingencias y tiene ahora suficiente tiempo para aplicar los correctivos necesarios en materia de convocatorias, plan de trabajo, seguimiento a jugadores, estudio de los rivales… Las falencias son evidentes tanto desde el punto de vista táctico, juego de conjunto y rendimiento de las individualidades. Hay que trabajar fuertemente en estos temas.
Sin embargo, plantear en estos momentos un cambio de timonel en la Selección no tiene sentido y más bien puede responder al juego de intereses creados de comentaristas e incluso técnicos que quieren forzar un relevo para pujar luego por el cargo. Es hora, pues, de respaldar a Pekerman y el equipo, exigiendo, eso sí, que los correctivos se apliquen de cara a los partidos de marzo, con el fin de empezar a recomponer el camino hacia Rusia 2018.