JOSÉ MANUEL RESTREPO ABONDANO | El Nuevo Siglo
Jueves, 19 de Septiembre de 2013

Y nos quedamos cortos

 

Es necesario primero aplaudir la decisión del Gobierno Nacional de darle vida a un “Pacto Agrario”, en el que participaron los gremios, el alto gobierno, empresarios y miembros del Congreso de la República. Sin duda alguna, el sector del agro adolece de un olvido acumulado de varios años, sumado a la incapacidad de alcanzar mayores niveles de productividad y competitividad. Esto entonces, se constituye en un primer paso para fortalecer un sector con serias debilidades estructurales y necesario en el futuro social del país.   

Respecto de las primeras decisiones, lo mejor que se puede decir es que ojalá se pongan en práctica pronto y que es urgente entender que dichas medidas son necesarias pero definitivamente insuficientes. La primera sobre la cual recaen dudas es la decisión de exportaciones por 600 millones de dólares a Venezuela. La verdad es que depender de esa nación en una medida para el agro colombiano es tremendamente arriesgado, porque por experiencia sabemos que en dicha nación no se pagan las exportaciones, y hay mucho de discurso y poco de realidad. Es posible que Maduro necesite esos productos, lo que es difícil de saber es si serán realmente negocio para los empresarios Colombianos.

Destaco como medidas positivas el arancel cero para los insumos agrícolas y la idea de un régimen de libertad controlada para los precios de dichos productos. Sin embargo, como ya tenemos la lección en salud con los medicamentos, no podemos esperar gran cosa de esta segunda medida. Lo que sabemos es que el aumento de precios en los insumos agrícolas se da en la intermediación (igual que en los medicamentos) y es ese tema el que no se controla con medidas como las adoptadas. Allí se hacen indispensables estrategias distintas e incluso pensar en una agencia de distribución nacional de insumos agrícolas que estabilice los precios de dichos productos.

El resto es un poco más retórico: que exista un viceministerio, y que se formalice por decreto el sistema de participación popular (medida por demás bastante curiosa, por cuanto es difícil imaginarse una participación por decisión administrativa).

Sin embargo, al Gobierno le quedaron faltando muchos más temas. Nada se dijo del bajo nivel de rentabilidad del sector y la urgencia de abordar los costos de transporte y logísticos, los costos de energía y el tema de la tasa de cambio. Tampoco se dijo nada de los bajos precios que manejan los campesinos y los más altos precios en la distribución de los productos agrícolas (lo que puede estar implicando otra larga cadena de intermediarios que se están quedando con buena parte de la rentabilidad del agro). Menos aún, se abordó el tema de la tecnología y la innovación, el contrabando, así como la urgencia de generar modelos que construyan economías de escala. Y mucho menos sobre la necesidad de construir institucionalidad en el campo como sí existe en otros sectores productivos.

Mientras tanto pasa el tiempo y nuestro sector primario se debate en penosas dificultades.

jrestrep@gmail.com