Jugando con fuego
Un avance importante que ha tenido la economía colombiana en los últimos 12 años ha sido sin lugar a dudas el crecimiento de la clase media. Esto naturalmente ha significado la reducción de la pobreza y el ascenso de una nueva clase social. Este resultado es un camino necesario en el desarrollo del país y contribuye además a contar con nuevos mercados de consumo que a su vez se convierten en externalidades positivas para seguir creciendo. Como ratificación de lo anterior está el logro en los últimos 15 años de haber pasado de una cobertura de la educación superior de cerca del 20% a un 42% en este año, cifra que confirma la tesis de una nueva clase más educada y culta.
La ratificación de lo anterior la podemos encontrar en las más recientes cifras de empleo y equidad, en las que Colombia mejoró notablemente. Sorprende la reducción en la tasa de informalidad (hecho que confirma una mejor calidad en el empleo), así como el mejoramiento en el coeficiente de Gini, lo que indica que Colombia está logrando mejores índices de equidad y distribución de la riqueza.
Este ascenso social viene necesariamente acompañado de nuevas demandas en salud, justicia, educación de calidad, recreación, seguridad, empleo, cero corrupción y muchas más. Normalmente una clase más alta es más exigente que la inferior y espera que su tributación se devuelva en servicios públicos bien provistos.
Todo estos avances, logrados en los últimos 10 a 15 años, han sido posibles con más gasto e inversión pública, financiada con nuevas fuentes de ingreso nacional como son la inversión extranjera directa (que se ha multiplicado), los ingresos de sectores en alto crecimiento (como la minería o la agroindustria), incrementos en la tributación a través de impuestos al patrimonio, IVA o renta; y en buena medida son el resultado indirecto de haber mejorado en seguridad en todo el territorio nacional a través del concurso de unas Fuerzas Militares mejor preparadas y mejor dotadas.
Sin embargo, tan buen logro debe ser sostenido en el tiempo, y como lo señalaba anteriormente, ello sólo se logra con inversiones crecientes en servicios públicos como la educación o la salud. Adicionalmente dicho esfuerzo requiere apoyarse en las fuentes de ingresos que lo han provisto, lo que significa ser cuidadosos con ellas. No hacerlo se parece al viejo cuento de “patear la lonchera” y acabar con el recreo.
Pues eso parece lo que está haciendo la izquierda colombiana y algunos ventrílocuos al atacar la agroindustria, el sector minero formal y los avances en materia de seguridad. Ya de hecho constatamos la salida del país de las dos mas grandes mineras del mundo, y muchos empresarios de agroindustria han tomado la decisión de frenar inversiones en los Llanos.
Tal parece que los enemigos del desarrollo a lo que quieren jugar es a construirnos una “primavera a la colombiana” pero a la fuerza. Flaco aporte al futuro del país.