¿Preludio de una primavera colombiana?
La característica común de las denominadas “primaveras” árabes y ahora turcas han sido hechos absolutamente extraordinarios y si se quiere menores. Me refiero a las demostraciones públicas de rechazo a los gobiernos de turno o de exigencias de libertad y oportunidades, tradicionalmente reservadas a unos pocos.
En los casos conocidos, dichas expresiones populares inician con asuntos de mediana importancia, como la autorización o no de la construcción de un centro comercial en el marco de una plaza principal, pero terminan siendo expresiones que suman las preocupaciones, demandas y carencias más profundas de la sociedad en cuestión.
Pues bien, algo de esto podemos estar enfrentando en Colombia, si no tomamos acciones y medidas urgentes de solución con el serio deterioro de la industria y el agro. Es sorprendente ver que ni los gremios, ni los partidos políticos, ni los actores más representativos de la sociedad, hayan insistido ni reclamado por la caída de la industria en por lo menos los últimos cuatro meses. Quizá embebidos o de pronto borrachos por la idea de la Unidad Nacional, y los beneficios que de allí se derivan, nuestros líderes han pasado de “agache” en esta situación crítica.
Mientras tanto en por lo menos 6 ciudades del país, representantes de las micro, pequeñas y medianas industrias expresaban pública solicitud al Gobierno nacional para que haga algo. Y debemos confesar que esos empresarios del Barrio Restrepo, que históricamente pueden haber pasado inadvertidos, hoy son
una masa gigantesca de personas que tienen válidos reclamos.
De un lado protestan contra la ineficiencia o inoperancia del Gobierno en la lucha contra el contrabando. El solo hecho de que el Director de la Policía Fiscal y Aduanera diga que dicho contrabando representa el 10% de la totalidad de las importaciones es prueba fehaciente de que muy poco estamos haciendo. Mientras tanto la ley anti contrabando se sigue demorando.
Protestan por la ausencia de protección contra la informalidad de los empresarios chinos y asiáticos, que con menos costos de seguridad social o laborales y muy pocas restricciones ambientales, inundan los mercados con calzado y confecciones seis veces por debajo de un precio mínimo de fabrica en Colombia.
Y finalmente los empresarios del sector de calzado de cuero, urgen al Gobierno para adoptar restricciones a las exportaciones de cuero crudo desde Colombia (como hizo Brasil y Argentina), situación que eleva los costos a nuestros productores de valor agregado y desincentiva a la industria. El contrasentido es que el cuero sale de Colombia a precio muy bajo y llega a Colombia de China con precios por debajo del costo.
Súmele a lo anterior falta de infraestructura, elevados costos de energía y gas; y los abusivos sobrecostos en transporte y logística.
Si el Gobierno se sigue descuidando, la primavera colombiana arrancará por los inofensivos microempresarios. Y el camino viene cantado: cafeteros, confecciones, cuero, paneleros, etc.
Urgen acciones, que no sólo queden en Leyes y “Pipes”, sino que den resultados concretos y visibles al empresariado.