Regulación, ambición y riesgo
Hace un par de días el diario La República entrevistó al Director del Instituto de Estudios Bursátiles de Madrid (IEB), una escuela muy prestigiosa en la formación en el mercado de capitales del mundo, sobre la inquietud que expresan los medios de comunicación respecto a la responsabilidad que les cobija a las escuelas de formación en finanzas en la crisis económica que enfrentan las naciones europeas.
El Director del IEB habló francamente sobre la enseñanza de la ética en los negocios, y reconoce que la crisis financiera es fundamentalmente una crisis de valores morales. A continuación señala que hemos hecho una formación en asuntos técnicos completísima, pero más bien poco se abordan los dilemas éticos que enfrentan los profesionales en finanzas, en especial cuando se privilegia el enriquecimiento a toda costa, lo que a su juicio lleva a desastres como la crisis financiera de EE.UU. y ahora de Europa.
Sin entrar a calificar lo que deben hacer las autoridades, hoy en Colombia estamos enfrentando la crisis de un gigante (número uno en el mercado de capitales), que sin ser del tamaño de la crisis financiera del mundo, sí deja lecciones por descubrir.
La primera semana del problema de Interbolsa se centró en la preocupación de los inversionistas y la real o no capacidad de la firma para cumplir con sus obligaciones, así como la intervención de la Superintendencia Financiera.
Las siguientes semanas tendrán inquietudes distintas. De un lado sobre si la regulación actuó con la oportunidad esperada o no, y si sabía o no de lo que aparentemente se hablaba “a voz en cuello” en los corredores y conversaciones del mercado financiero y del mercado de capitales. La sensación que queda es que algo pasaba, algo se sabía, y en esas circunstancias es indispensable actuar con prontitud pues hablamos de recursos públicos y de actuaciones basadas en la confianza, en donde todos deben tener la misma información.
Sin embargo, estas semanas nos deben permitir hacer una reflexión más importante. Me refiero al desafío que tenemos en la formación y educación en el país por formar personas que sepan cuidar y reconocer muy bien y éticamente los límites que deben existir entre regulación, ambición y toma de riesgos. Como señalo anteriormente, los mercados financieros y de capitales funcionan sobre la base del activo de la confianza, y cualquier hecho como el acaecido en el país, mina la confianza de todos los actores de los mercados y detiene el crecimiento de un sector que es fundamental para el país que nos soñamos.
Sin ambages, debemos hablar abiertamente de profundizar en el tema de formación ética y de valores en los profesionales de finanzas y de los negocios, y reconocer que esto no sólo se logra con cursos de filosofía, sino enfrentando a los estudiantes a reales dilemas éticos en donde sepan actuar a conciencia y con responsabilidad. Un profesional debe saber en su interior que la ambición tiene un límite ético y más administrando recursos de terceros.