Arranque previsible pero…
Arrancaron las negociaciones de finalización del conflicto con las Farc y lo que muchos esperaban pasó. El discurso de Iván Márquez y de algunos de los otros negociadores nos recordó que estamos negociando con enemigos que no entienden el mundo de hoy y que tampoco quieren entenderlo. Demostró además que las negociaciones “a escondidas” que se realizaron con anterioridad al encuentro de Oslo no parecen compartidas por la totalidad de los integrantes de la mesa, o que las ganas de hablarle al mundo a través de la prensa fueron superiores a los acuerdos.
De entrada la sensación que queda es que el equipo de negociación del Gobierno equivocadamente le dio demasiado juego a una “negociación de micrófonos” y como dice el argot popular “dieron papaya”. Y las Farc, ni cortas ni perezosas, aprovecharon esa “papayita”, hablándole al mundo de asuntos que no pueden ser aceptables, como lo ratificó el jefe del equipo negociador del Gobierno.
La sensación es que arrancó un proceso de negociación demasiado largo (mucho más largo de lo que el Gobierno piensa) en el que arrancaron las posiciones extremas, seguramente con la intención de llegar a un punto intermedio. Dicha estrategia de las Farc no puede ser aceptada por el Gobierno porque terminamos en lo que justamente han alertado otros expertos en la materia: en una negociación del país con una guerrilla debilitada, que no tiene por qué imponer la agenda.
Adicionalmente anticipa que el sapo a comerse va a ser mucho más grande de lo esperado. Nos vamos a tener que aguantar a líderes del terrorismo en la vida política, pero además con desacuerdos con un verdadero proceso de verdad, justicia y reparación. Da la sensación de que para las Farc el tema debe ser de perdón y olvido, situación que será muy difícil de venderle a la sociedad, en especial por la magnitud de los delitos cometidos contra la sociedad civil, nuestra infraestructura y los militares que han defendido al país.
Pero posiblemente lo más grave del “show de micrófonos de Oslo” fue el debate poco recomendable que pretenden las Farc sobre el modelo económico del país. Por ningún motivo, el equipo negociador del Gobierno puede permitir que las Farc nos den cátedra sobre la estrategia económica del país, y menos que lo hagan con conceptos pasados de moda y pretendiendo llevarnos a la economía agrícola de subsistencia, en un mundo que vive de la innovación, del desarrollo agroindustrial y de tecnología. Menos también, que pretendan estigmatizar a la minería legal y reconocida, que es fuente de riqueza complementaria en el desarrollo de un país.
Varias lecciones hacia adelante. No le demos tribuna a quien no es capaz de usarla adecuadamente, y no permitamos que los terroristas que estaban debilitados, nos fijen una agenda de futuro en el país, y menos que abramos una “caja de pandora” de temas que no fueron acordados en las negociaciones previas. En Cuba esperemos al Gobierno le vaya mejor.