José Gregorio Hernández Galindo | El Nuevo Siglo
Miércoles, 7 de Octubre de 2015

CERTIDUMBRES E INQUIETUDES

¿Hay o no acuerdo?

Es  bueno que las palabras que se utilizan, en especial respecto de asuntos públicos de gran trascendencia, correspondan a su verdadero significado, para evitar equívocos.

En el caso del Acuerdo anunciado con gran despliegue en La Habana (Cuba) el pasado 23 de septiembre, entre los delegados de las Farc y los del Gobierno colombiano sobre justicia transicional -que, con contadas excepciones, alegró a los colombianos y permitió renovar las esperanzas de llegar a la paz-, se han usado demasiados vocablos equívocos que han dado lugar a interrogantes y a diversas interpretaciones que, unidas a las declaraciones públicas dispersas y contradictorias de quienes participaron en la redacción o negociación del documento y a la demora en la divulgación del texto real y completo del mismo, han ocasionado un innecesario tropiezo en el camino de los diálogos y hasta podrían dar al traste con lo hasta ahora conseguido. Lo decimos como partidarios  del proceso de paz y de los acuerdos mediante el diálogo.

Al tenor del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, el verbo acordar significa “determinar o resolver de común acuerdo…”; “…resolver, determinar una cosa antes de mandarla”.

Un acuerdo es, según el Diccionario, una “resolución que se toma…”; “resolución premeditada de una persona o de varias”; “locución con que se manifiesta asentimiento o conformidad”.

En términos jurídicos colombianos, se conoce como “Acuerdo” el acto de un concejo municipal o distrital, pero de modo genérico, el acuerdo es un convenio en firme; una estipulación aceptada por las partes; algo en que se concreta lo pactado entre dos o más sujetos de Derecho. Lo “acordado” es lo convenido.

Así las cosas, todo acuerdo debidamente aceptado y firmado -como entendimos que lo era el de La Habana- produce entre los participantes unos efectos, y los participantes en el acuerdo se obligan mutuamente a cumplir lo convenido o acordado. Y cada parte podrá reclamar que se le cumpla lo pactado.

El acuerdo es un pacto. Un compromiso. Y como “Acuerdo” también se conoce el documento en que se plasma por escrito lo que se convino.

Si ello es así, lo que se nos transmitió a los colombianos y al mundo el 23 de septiembre fue eso justamente: que se había llegado a un Acuerdo, y lo fundamental del mismo se consignó, a manera de resumen, en el comunicado conjunto, leído solemnemente. Ahora resulta que no se entrega porque no se ha terminado de elaborar. ¿Entonces…? ¿Hubo o no hubo Acuerdo?