JORGE GIRALDO ACEVEDO | El Nuevo Siglo
Miércoles, 30 de Enero de 2013

Un impuesto polémico

No  cabe la menor duda de que el llamado impuesto de valorización resulta polémico y además es el tributo que más críticas y rechazo ciudadano suele recibir... Pues bien, los hechos concretos  que se  han presentando  en los últimos tiempos en materia del cobro del  llamado impuesto de valorización,  sobre todo en las ciudades de Barranquilla y Bogotá, nos dejan  solo una lección y es que las obras no se ejecutan en los tiempos previstos y no tienen la calidad esperada. Como si lo anterior fuera poco,  se conoce de muchos casos de corrupción y facturas con cobros por valor excesivo. Tampoco se deben olvidar los escándalos en la contratación de obras en la capital de la República, en la calle 26 y carrera Décima, con grandes sobrecostos para las arcas de la ciudad.

El  ciudadano de a pie, como quien escribe esta nota, suele preguntarse sobre las razones para que las administraciones de las principales ciudades colombianas no cubran el pago de estas obras con el  impuesto predial anual con lo cual se demuestra que este  ingreso, en el marco de un "Estado alcabalero",  va principalmente  para gastos de administración o pago de la nómina,  o sea  burocracia... Este tributo de valorización es injusto, abusivo y lo peor es que quien no lo cancele corre el riesgo de perder su vivienda...

Ha sido común la tendencia de gravar al contribuyente con más tributos. Y tanto los gobiernos nacionales como municipales y en los departamentos la vía expedita y fácil por la que optan es la de crear más impuestos o incrementar los existentes. Los ministros de Hacienda también tienen en los tributos la cantera para arbitrar recursos y entre sus tareas está elaborar reformas tributarias y ambientarlas en el Congreso para lograr su aprobación.

En el caso del impuesto por valorización, que afecta el bolsillo de los habitantes de Bogotá y Barranquilla, además, inconformes porque los recursos provenientes de su recaudo son para obras, y éstas cuando se emprenden tardan en realizarse y resultan de baja calidad. La gente aceptaría sin reticencias las onerosas cargas tributarias si retribuyeran en desarrollo y progreso. Se debe insistir en que la plata de los impuestos sea bien invertida y de esta manera el beneficio redunde en mejores vías, servicios excelentes y mejor calidad de vida urbana.  

          jgiraldoacevedo@yahoo