JAVIERA A. BARRERA B. | El Nuevo Siglo
Sábado, 2 de Febrero de 2013

Negocio de sordos

 

El reciente secuestro cometido por las FARC, y su comunicado aceptándolo y asegurando que las Fuerzas Armadas no están fuera de su promesa de no secuestro nos demuestra no sólo que la Paz en Colombia es un propósito de largo aliento, sino que ellos abordan la negociación a partir de caprichos y no de propuestas.

Nada nuevo si se tiene en cuenta que hablamos de un grupo (Farc) que ha demostrado ser irresponsable con el país,  que actúa descaradamente en contra de la sociedad aun cuando de forma cínica la usan como base para declarar una legitimidad que no tienen.

El problema de esta negociación, cómo está planteada y cómo la enfrentan las Farc, es que demuestra que el interés de la narco-guerrilla está en chantajear a la sociedad para imponer una visión de mundo y no para dialogar en busca de un consenso en  sus intereses ideológicos.

Como están planteadas las cosas, y como las Farc afrontan y enfrentan los procesos de diálogo con el Gobierno, pareciera que el interés real del grupo narco-guerrillero es prolongar en el tiempo los beneficios del lucrativo negocio del narcotráfico.

Una posición cómoda por parte de sus dirigentes: burócratas de izquierda que hoy disfrutan la comodidad de una mesa de trabajo en un país del Caribe, mientras que en Colombia los ciegos militantes de su movimiento inundan de sangre la tierra nacional en busca de una utopía que dejó de existir años atrás.

Iván Márquez, Timochenko y los demás delincuentes que se disfrazan de negociadores, presionan por la guerra en Colombia desde la comodidad de un escritorio, porque el conflicto no los toca, porque la sangre derramada es de un desconocido. Sangre que es el combustible que le permite a la cúpula de las Farc llevar la misma vida de esa burguesía que “desprecian” y “combaten”.

Y en medio de todo, lo que vale la pena resaltar es que las Farc presionan por la guerra e indirectamente motivan a la sociedad a tomar posiciones de derecha en pro de la presión militar. Curiosamente, al final del juego, son las Farc las más beneficiadas de la situación.

Mayor presión del Estado implica mayores costos en la producción y distribución de narcóticos.  Costos que pagan unos consumidores que no van a abandonar sus hábitos, y dinero que termina por engrosar el músculo financiero sobre el que las Farc se alimentan día a día.

Bastante irónico que un grupo de izquierda, que se ufana de tener una ideología socialista, termine beneficiándose de una estrategia de capitalismo crudo para llenar los bolsillos de una cúpula de timadores  y mentirosos que hacen de todo menos distribuir la riqueza que obtienen en su trabajo como administradores del cartel más grande del mundo.

@barrerajavier