JAVIER A. BARRERA B. | El Nuevo Siglo
Sábado, 8 de Diciembre de 2012

Ideología de tinterillos

 

La  gran mentira de los libros de historia en Colombia es dibujar la violencia bipartidista como un problema ideológico. Que los liberales piensan esto y los conservadores aquello y por eso la conclusión lógica fue matarse entre ellos.

De hecho, si algo puede reflejar la realidad de nuestro país es la forma en que se dio fin a las diferencias: el Frente Nacional fue una estrategia que no sólo permitió concluir la disputa por el poder, también sirvió como excusa perfecta para disfrazar de “ideología” lo que en realidad era una carrera por acceder a los beneficios económicos que trae administrar un Estado.

Si algo se puede decir de los partidos en Colombia es que su prioridad nunca ha sido trabajar sobre un proyecto de Estado y, por el contrario, trabajan para sostener las estructuras de clientelismo y corrupción que sirven como manantial de contratos y dinero para los líderes de turno.

El más claro ejemplo de esto es la actuación del partido liberal durante las últimas semanas. Bajo la dirección de Simón el iletrado, dicha colectividad se enorgullece de la disciplina de su bancada a la hora de votar por la libertad ciudadana a favor del matrimonio homosexual. Sin embargo, paralelo al proceso, son disciplinados también para votar en bancada a favor de la reelección del Procurador.

Lo que hizo el partido liberal ejemplifica cómo, en este país, la lógica política no busca construir un proyecto de nación a partir de unos principios morales, sociales ni religiosos.

Las decisiones del partido liberal son más próximas a lo que haría alguien bipolar, esquizofrénico. Una acción descarada, sin estructura y sin el mínimo respeto a su “ideología”.

Más que un acto de inmadurez política, dicha decisión ejemplifica el descaro corporativo con el que se maneja la política colombiana. No como ejercicio de construcción sino como medio de acceso a beneficios individuales.

Mi opinión no es realmente sobre lo equivocada o acertada de la decisión del partido liberal, sino sobre la incapacidad de las instituciones colombianas a la hora de crear mecanismos que permitan concebir, y desarrollar, un proyecto de nación coherente.

Los partidos en Colombia, tanto los tradicionales como los espontáneos, son un enfermo terminal Irónicamente la responsabilidad siempre se descarga en los ciudadanos. Caricaturizados como incapaces de comprometerse con una causa.

Lo que nadie se atreve a poner en la mesa es que en Colombia no existe una causa política real. No hay ideologías concretas para apoyar. La apatía política está en la incapacidad que tienen nuestros políticos a la hora de ofrecernos motivos para creer y buscar. Para la muestra Simón Gaviria.

@barrerajavier