La falsa Primavera
He oído a muchas personas comentar, casi con esperanza, que los diferentes movimientos de protesta pueden ser reflejo de una “Primavera” para Colombia. Nada más falso, ni más peligroso que creer que en medio de un conflicto como el colombiano existe espacio apropiado para un fenómeno de este tipo.
Colombia no es un país de ideologías, sino un país de conveniencias. Todos los actores con poder se mueven pensando en qué obtienen ellos de cada decisión. Incluso la narco-insurgencia está fragmentada en pro de ideales propios. Para la muestra la entrevista de alias Megateo a la revista Semana, donde dice sin ningún tipo de pudor que Farc, Eln y Epl no se ayudan entre sí porque no comparten la misma visión ni los mismos ideales.
Adicionalmente, y a pesar de tener una de las democracias más antiguas de América, la sociedad colombiana se caracteriza más por su apatía que por su participación. Para la muestra Bogotá, ciudad que día a día padece la desgracia de vivir bajo el mando de un alcalde que fue elegido por una clara minoría.
Pensar que los movimientos mineros, los paros y las manifestaciones, son síntomas del florecer de una primavera no sólo es una postura idealista sino peligrosa. Ya las Farc, el payaso más payaso de todos los actores, anunciaron que están dispuestas a colaborar. Ciegos que ignoran el repudio masivo que la sociedad colombiana tiene por ellos. Pero más allá la patraña de nuestros “líderes”, el principal impedimento para el florecimiento de una primavera en Colombia está en dos elementos que, en mi opinión, son variables claves a la hora de entender nuestra realidad.
El primero es la incapacidad de nuestra sociedad por identificar un norte. Seriamos como el perro que persigue el carro pero que, al alcanzarlo, se confunde por no saber qué hacer con él. Si algo nos caracteriza es la falta de criterio, el exceso de pasión y esa caprichosa inmediatez que nos obliga a buscar soluciones inmediatas.
El segundo es nuestra incapacidad de vivir juntos. Día a día nuestros líderes de cartulina se enfrascan en discusiones infinitas que no llegan a ningún lugar porque nadie está dispuesto a aceptar una realidad diferente a la personal.
Desconfío de la estupidez nacional, y creo que una primavera sería una tragedia para el país. Sería como nombrar en cargos directivos a todos los pacientes de un manicomio.
Lo que necesita Colombia no es una primavera, por el contrario, necesita un invierno y un piloto capaz de construir un proyecto de nación serio que no esté fundamentado sobre el vaivén del corazón de la sociedad ni sobre el pulso de su vida privada.
@barrerajavier