La prueba en San Andrés
Que un barco nicaragüense se paseé por aguas colombianas con la excusa de estar en medio de una investigación “científica” supone dos pruebas para el Gobierno nacional.
En el corto plazo demanda a la Casa de Nariño demostrar qué tan efectivos son los medios políticos o militares a la hora de defender la soberanía del territorio nacional.
Probablemente, lo que suceda con ese barco va a servir de predicción para evaluar la capacidad del Gobierno para mantenerse firme ante las demandas de las Farc en el proceso de paz que iniciamos.
Lo de la disputa limítrofe entre los dos países es algo que, entre comillas, se puede catalogar como fácil en tanto que la disputa forma parte de un litigio internacional y con unos antecedentes que, a la fecha, inclinan la balanza hacia el lado de Colombia.
En el largo plazo, lo que suceda con San Andrés puede ser un calco de los hechos que han alimentado nuestra historia de violencia y corrupción.
Basta con darse una vuelta por esta isla para descubrir que el archipiélago parece tierra abandonada a la deriva. La presencia de Colombia en la isla se resume a unas cuantas bases militares y, cómo no, a unos partidos políticos que distribuyen el dinero entre sus afiliados y conocidos.
En la práctica, la isla no es más que un triste reflejo de la estupidez colombiana que no sólo parece haber olvidado todo tipo de impulso económico en la región sino que, también, permite que la producción económica dependa exclusivamente del turismo.
Lo que al final termina delegando la responsabilidad del progreso a la empresa privada y permite que la isla se convierta en un lugar medianamente atractivo para el turista, tremendamente rentable para los capitales privados, y espantosamente hostil para sus habitantes.
En conclusión, lo que trato de decir es que San Andrés es el pulso en el que el Gobierno de Santos debería no sólo demostrar su voluntad de defender y hacer respetar el territorio nacional.
También es uno de los laboratorios donde el Estado colombiano debe demostrar su capacidad para combatir las condiciones de vida indignas, y donde se deben empezar a implementar políticas sociales e institucionales sobre las que cualquier colombiano tenga la oportunidad de unas condiciones de vida humanas.
SI en algo se parece San Andrés a Colombia es en el hecho de que por décadas el Estado ha sido incapaz de que sus ciudadanos creen proyectos de vida por vocación y no por descarte.
@barrerajavier