JAIME RODRÍGUEZ | El Nuevo Siglo
Domingo, 27 de Abril de 2014

Soy vid y mi Padre viñador

 

Yo  soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos.

 

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Meditación del Papa

Él  está con nosotros, y nosotros con Él. "¿Por qué me persigues?" Por tanto, es Jesús quien sufre las persecuciones contra su Iglesia. Y, al mismo tiempo, no estamos solos cuando nos oprimen a causa de nuestra fe. Jesús está con nosotros. En la parábola, Jesús continúa diciendo: "Yo soy la vid verdadera, y el Padre es el labrador", y explica que el viñador toma la podadera, corta los sarmientos secos y poda aquellos que dan fruto para que den más fruto. Usando la imagen del profeta Ezequiel, como hemos escuchado en la primera lectura, Dios quiere arrancar de nuestro pecho el corazón muerto, de piedra, para darnos un corazón vivo, de carne. Quiere darnos vida nueva y llena de fuerza. Cristo ha venido a llamar a los pecadores. Son ellos los que necesitan el médico, y no los sanos. Y así, como dice el Concilio Vaticano II, la Iglesia es el "sacramento universal de salvación" que existe para los pecadores, para abrirles el camino de la conversión, de la curación y de la vida. Ésta es la verdadera y gran misión de la Iglesia, que le ha sido confiada por Cristo. Benedicto XVI, 22 de septiembre de 2011.

 

Vino que no envejece

 

Los frutos de los cuales Jesús habla son frutos que duran para la vida eterna, que no se deterioran, que están siempre frescos. Estos frutos son las obras del cristiano y simboliza el sarmiento, cada uno de nosotros, que se encuentra en la gracia de Dios porque está unido a Jesús que es la vid, dador de la savia a toda la viña.

 

Propósito

 

Confirmamos día tras día en cada actividad de nuestra vida, el amor a Cristo y a su Iglesia.

 

Diálogo con Cristo

 

La Palabra de Dios es la verdad. «Pidan lo que quieran y se les concederá». Señor, ¿por qué conociendo tu Palabra no la hago vida? ¿Por qué mi meditación frecuentemente no es auténtica oración? Sin Ti, mi vida es incompleta, sin Ti, la vida no tiene un sentido pleno, sin Ti, no puedo dar fruto, por eso hoy te pido tu gracia para que mi oración me lleve a compartir con los demás la alegría de haberte encontrado. Fuente: Catholic.net