AGENDA EXTERIOR
Con Nicaragua en el 2014
“Sin diálogos ni acuerdos continuaremos inmersos en el problema”
EL gobierno colombiano ha contratado nueve abogados, la mayoría extranjeros para hacer frente a las demandas de Nicaragua ante la Corte Internacional de Justicia, pretensiones que de conformidad con la determinación de no aplicar la sentencia del 19 de noviembre de 2012, serán inejecutables. Costosa estrategia que nos traerá dolores de cabeza así exista el compromiso de hacer presencia en los estrados judiciales para defendernos.
La Corte no es competente para fijar la extensión de plataformas continentales que crearía desorden mundial, salvo si dos Estados, firmantes o no de la convención del mar, lo solicitan y la explicación de la tesis referente a la inaplicabilidad de sentencias nos llevará a enfrascarnos en disquisiciones jurídicas por años, con trámites y audiencias en un Tribunal que no acepta, de antemano, dichas justificaciones.
En el 2014, podemos, eso sí, hablar con Nicaragua directamente, analizar temas fundamentales, proponer la suscripción de Tratados y resolver lo atinente con base en la geopolítica, no en una negociación de fallos como suponen algunos, sino con fundamento en la justicia, la equidad y la realidad incontrastable de precisar no simplemente límites marinos, sino la gran política en el área del Caribe, en contacto y de acuerdo con los países que tienen suscritos convenios con el nuestro.
Seguimos a la espera de pronunciamientos contundentes, en idioma español, sobre el camino del futuro. Después de tantos años ¿estamos preparados para eso? Confirmar que sí y que los candidatos a corporaciones públicas en todos los niveles, al igual que la Nación se interesan en la política internacional, en la regional y en el conflicto que nos afecta en forma directa, no admite dilaciones.
Colombia y Nicaragua están en capacidad de llegar a la suscripción de Tratados en beneficio mutuo y de la integración continental si lo proponemos con lógica, actuando positivamente, elevando el nivel de las relaciones, ajenos a confrontaciones inútiles, porque disponemos de experiencia y nos abriga el deseo de transitar el camino expedito para llegar a un destino común.
El señor presidente de la República, director de la política internacional tiene la obligación de adelantar este proceso, sin ánimo belicista, con participación de los raizales del archipiélago de San Andrés y Providencia, conocimiento del Congreso de la República, respaldo de los partidos y unidad nacional. Sin diálogos ni acuerdos continuaremos inmersos en el problema. Y, en lugar de perseverar en el encuentro de mesías, hace falta que tengamos fe en nosotros mismos, en las capacidades para resolver dificultades de manera idónea, rescatando el concepto de democracia, con decisiones fundamentales que nos congreguen al encuentro de un mañana mejor, para Colombia y Nicaragua.