Del telegrama al twitter
En tiempos del Libertador Simón Bolívar no existían el telegrama, ni el twitter, pero sus mensajes y documentos de Estado tenían amplia difusión, impactaban, y hoy se encuentran recopilados en numerosas ediciones y en Internet.
Con el telegrama las cosas cambiaron. Cuando los servicios telefónicos interurbanos resultaron inviables, el telegrama fue el twitter de un largo período del siglo XIX y parte del siglo XX. Se utilizó para transmitir información breve y rápida. El costo de los telegramas dependía del número de palabras. Ejemplo de telegrama: Yo bien. Viaje largo. Caballo murió. Mariano. Célebre intercambio de telegramas en Inglaterra: Para Winston Churchill. Invítolo estreno mi obra Pigmalión. Traiga un amigo si lo tiene. Bernard Shaw. Respuesta: Agradezco honrosa invitación. No podré concurrir primera presentación. Segunda iré si se realiza. Winston Churchill
Don Rafael Núñez, cuatro veces presidente de Colombia, excelente escritor que revisaba y pulía sus documentos, aprovechó el telegrama para producir efectos de opinión. De hecho publicaba artículos en un periódico que se llamaba El Telegrama. Pero sus intervenciones decisivas siempre las registraba de manera extensa y solemne.
El telegrama ya no se usa y, sin embargo, el otro día recibí por este medio la convocatoria a un acto de campaña de un candidato al Concejo de Bogotá. El mundo -los jefes de Estado, incluido el Papa, artistas, políticos, periodistas, deportistas, famosos-, twittean. El sistema apareció el año 2006 y la red tiene inmensa popularidad. Los tweets, -mensajes de texto plano, de corta longitud-, llegan a computadores y celulares a cada instante. En China, Irán y Corea del Sur, el servicio está bloqueado y en Egipto los militares, durante el golpe de 2011, se tomaron la red y la censuraron.
Los errores de ortografía, imprecisiones, modismos y equivocaciones se consignan en los tweets con el escarnio de los seguidores de las cuentas. Por eso hay que tener cuidado, pensarlos bien. El empleo del twitter es legítimo. No obstante, las definiciones trascendentales de gobierno, los planteamientos que requieren explicaciones rigurosas y detalladas, no se comunican por twitter, sino como corresponde, con el cumplimiento de normas establecidas para ello.
Hacer oposición, así se trine mucho, resulta difícil. Cada quien es libre de twittear cuando lo considere conducente, pero vale la pena que, quienes cubren un amplio espectro de este modo, revisen si sus trinos son indispensables porque se está produciendo un efecto de pérdida de credibilidad de los mensajes. Aquí salta una diferencia entre el telegrama y el twitter: los receptores de los primeros sabían que urgía leerlos e informarse de los mismos, con buenas o malas nuevas, mientras que los de trinos no están seguros de su importancia como suponen los remitentes. Me gustó el gorjeo de un argentino que decía: “Gracias a twitter tengo el honor de ser una de las personas menos conocidas del planeta”. Queda el tema para análisis de los lectores. Conviene replantear su uso de acuerdo con los perfiles, intereses y anhelos de cada twittero y de la sociedad cibernética, lo cual se relaciona con la adecuada utilización de las nuevas tecnologías en este mundo globalizado.