Y Collor contra Dilma
EN política cabe todo. El actual senador y ex presidente del Brasil, Fernando Collor de Melo, de sesenta y seis años, primer jefe de gobierno elegido democráticamente después del militarismo, sometido a un proceso por corrupción en el Congreso, calificó su salida en 1992 de golpe de Estado. Lo reemplazó el vicepresidente Itamar Franco.
Cuando derrotó, en segunda vuelta en 1990, al candidato de izquierda Luis Ignácio Lula Da Silva era joven carismático, se presentó como político innovador, prometió modernizar al país, disminuir el gasto público, combatir la inflación, conjurar el déficit fiscal, eliminar subsidios y congelar precios. En los Estados Unidos, Bush padre lo llamaba “el Indiana Jones de América Latina.”
El presidente de Petrobras lo acusó de corrupto por presionar negocios irregulares y renunció. El hermano del mandatario, Pedro, describió detalladamente la forma de operar la red de prebendas, contratos ilícitos y desvío de fondos coordinada por Julio Cesar Farías, ex tesorero de la campaña de Collor. Estudiantes “Caras Pintadas”, ondeando la bandera, pidieron en Brasilia con ropas negras la remoción del “Indiana Jones.” El Congreso lo condenó, el Tribunal Supremo lo absolvió, no admitió pruebas obtenidas ilícitamente y sancionó a Farías, a quien después indultaron. Este fue hallado muerto en 1996 por arma de fuego en su casa de playa, en compañía de una bella joven.
A la señora Rousseff la suspenden de su cargo enrostrándole manipular cuentas, retrasar el pago de programas sociales a los bancos, ocultar el creciente déficit fiscal durante la contienda electoral por la reelección del 2014. Omitió incluir en el presupuesto veintisiete mil millones de dólares. Ella aduce la práctica de anteriores gobiernos, que a tiempo corrigió el error en el rubro financiero y no hubo nada ilícito. Los partidos opositores sostienen que las maniobras contables le permitieron elevar el gasto público para obtener votos. En su reemplazo se ha posesionado el vicepresidente Michel Temer, tachado de deshonesto.
Es noticia el voto de Fernando Collor de Melo, “no es golpe de Estado sacar a la presidenta, someterla a juicio político.” La fotografía con la cara demacrada de la mandataria y detrás de ella la de su antecesor, el veterano Lula Da Silva enjugando lágrimas con un pañuelo impresiona, al igual que la del senador consignando el voto. ¿Qué razones tuvo para depositar el sufragio vindicativo fuera de la relacionada con golpear a quienes le amargaron su existencia hace más de dos décadas? Seguí de cerca el episodio y asistí a escuchar su defensa. El discurso de entonces se parece al de Dilma Rousseff, quien también será condenada políticamente y absuelta penalmente. Los extremos se tocan. ¡Vivir para ver!