Sorpresas
“Galeón San José es patrimonio cultural del país”
Ha sido sorpresa el encuentro, frente a las islas del Rosario, del sitio donde reposa el galeón San José hundido por los ingleses en 1708, lleno de “tesoros” –se supone que valen más de seis mil millones de dólares- los cuales nos pertenecen porque están dentro de mar colombiano y España perdió la propiedad de sus bienes coloniales con el Acta de la Independencia. Sorpresa que dicho Estado pretenda que tiene derechos porque el navío era de su Armada. Esos denominados “tesoros” son patrimonio cultural de la Nación, inalienable e inembargable.
Sorpresa que la empresa Sea Search Army -porque comunicó unas coordenadas por fuera de su ubicación, denunciar la existencia del “tesoro” hace años e interpretar a su favor una sentencia de la Corte Suprema de Justicia-, aspire a recibir el cincuenta por ciento de los bienes que se recuperen, sin respeto por los restos de las seiscientas personas que murieron en el naufragio.
Sorpresa que el gobierno Santos, por tratarse de un “Secreto de Estado”, haya suscrito un contrato sin licitación y que no sepamos la erogación estatal para la búsqueda del navío con una empresa inglesa no identificada. Sorpresa también es pactar o cederle a ella gran parte de las piezas que se obtengan. ¿Cuál ha sido el papel de la marina y quienes estaban en el barco Malpelo el día de la noticia? ¿Con base en qué disposiciones constitucionales y legales el gobierno está autorizado para suscribir un compromiso así? Entiendo que no se hagan públicas las coordenadas y la adopción de medidas de seguridad para evitar un saqueo, pero que el rescate se sujete al negocio de marras resulta insólito. La aparición del San José es primicia mundial con aspectos grises. La noticia puede volverse mala y los pleitos interminables.
Hundido en 1912, luego de chocar contra un iceberg, se confirmó en 1985 el área de reposo de El Titanic. Promocionaron su sacada en 1987. Hubo revuelo. En cadena, la televisión permitió a millones de habitantes del planeta seguir en directo el proceso de salvación de los bienes sumergidos. Sorpresa. Fui uno de ellos, atento al desenlace del evento y con los amigos que me acompañaban quedé frustrado cuando nada importante se encontró fuera de unas joyas, -no por cierto las de Lady Astor-, la campana, el reloj de leontina, el timbre, la bacinilla de plata, estampillas amarillentas, cubiertos herrumbrados y elementos desechables. Ojalá no ocurra algo parecido con el Galeón San José y nuestro patrimonio cultural. Este no es negociable. ¿Por qué algunos economistas “sabios” sugieren pagar deuda externa con aquello que se consiga y otros proponen disparates? ¡Ojo señor presidente!