ESCÁNDALO
El Palacio de Erdogan
En Turquía hay escándalo porque el presidente Recept Tayyip Erdogan estrena su “Palacio Blanco”, erigido sobre una colina en Ankara, dentro de una superficie de veinte hectáreas de las cuales cuarenta mil metros cuadrados son ocupados por los diez edificios de cinco plantas que conforman el complejo, con mil estancias en mármol y cristal, protección total y un bunker dos pisos bajo tierra para evitar ataques químicos o nucleares. La obra cuesta setecientos millones de euros (un billón novecientos mil millones de pesos colombianos), incluyendo la culminación de la mezquita para uso oficial. Erdogan, quien fue en tres períodos primer ministro, como no podía ser reelegido, dejó su cargo a su protegido Alimet Davutogiu y desde agosto de 2014 asumió las funciones de presidente con control casi absoluto del poder en una nación de setenta millones de habitantes, alta tasa de desempleo y sectores pobres, pero área de equilibrio en una zona convulsionada del planeta que produce malas noticias.
En ese país subsisten numerosos palacios que albergaron a los sultanes, fabulosas mezquitas en las principales ciudades y especialmente en Estambul, la antigua Constantinopla edificada en Asia y Europa, dividida por el río Bósforo, pero ello no ha sido suficiente para satisfacer el ego del mandatario que no vaciló en abandonar las recomendaciones dejadas por Kemal Atartuk, -quien en 1923 logró la fundación de la República de Turquía sobre bases de modernizar la sociedad, conquistar una relación más justa entre sus habitantes, conciliar diferencias religiosas y acercarse a la cultura occidental-, al comprometerse en este polémico proyecto criticado por los comentaristas de los principales medios de comunicación europeos.
La “Casa Blanca”, residencia oficial del presidente de los Estados Unidos, tiene seis plantas y cincuenta y cinco mil metros cuadrados de superficie, dispone de ciento treinta y dos habitaciones, nada que ver con el “Palacio Blanco”. Ni menciono las dimensiones de nuestra “Casa de Nariño”. Según el presidente del Colegio de Abogados de Estambul, Eyup Mujcu, el nuevo hogar de Erdogan “es el Palacio de la Vergüenza” en el cual hay indicios serios de corrupción, cuando existen treinta y cuatro demandas por la construcción de la obra en terreno protegido, catalogado de conservación. Ante esto el Presidente de la Nación reacciona con la afirmación frente a quienes piden medidas cautelares así: “Que derriben el palacio si tienen poder para hacerlo. No disponen de argumentos ni fuerza. Lo abriré y residiré allí”.
Aun cuando Colombia geográficamente dista de Turquía, Estado amigo con el cual mantenemos relaciones cordiales y la miopía de nuestros dirigentes nos lleva a soportar el anuncio de torpes proyectos de imposible realización urbanística en Bogotá no estaría mal que nuestros diarios publicaran fotografías del “Palacio Blanco”. ¡Vivir para ver!