Sobre la incertidumbre
Ninguno puede saber qué sucederá en el curso de su vida, pero todos queremos seguridad en cuanto a la organización comunitaria dentro de la cual nos corresponde existir. La incertidumbre como plan no puede ser programa. Por desgracia, en Colombia, la inestabilidad jurídica es pan de cada día, los dirigentes modifican hoy su criterio de ayer.
Respecto de la reelección otorgamos el triunfo electoral al presidente Juan Manuel Santos, quien asumirá su segundo mandato el siete de agosto venidero y quienes lo rodean, -hasta él mismo-, ahora quieren que no haya reelección. Estoy de acuerdo en quitarla, en que se prolongue el período del primer mandatario a cinco años, a sabiendas de que un mal gobierno de cuatro años se extiende mucho tiempo y uno bueno de cinco es corto, pero me sorprende la dualidad de los argumentos coyunturales de los “amigos enemigos” de la reelección, por fuera de la realidad política y cultural.
Aquí no hay certidumbre en materia de impuestos, de reforma a la Justicia, de la Educación, de la Salud, castigan injustamente los vaivenes en la prestación de servicios públicos, en la política internacional, cuando el Congreso no ha realizado el debate por la sentencia de la Corte Internacional de Justicia sobre limites marinos entre Colombia y Nicaragua, estamos pendientes del proceso de paz, del posconflicto, si lo convertimos en realidad, de la lucha contra la corrupción. Sin más ejemplos, la angustia de millones de seres es consecuencia de vivir con incertidumbre, confusos e impotentes.
Hay una certeza: la referente a que el gobierno Santos legítimamente durará hasta el 2018. El propósito se relaciona con disminuir la incertidumbre, de saber cuáles expectativas y reglas son adecuadas para programar la vida en sociedad y las personales. Su presencia desdice de la capacidad de los dirigentes del sector público y privado.
La buena política está relacionada con la credibilidad y el sentimiento de superar dificultades, de transitar el camino correcto, de confiar en propuestas acertadas, de superar el escepticismo. En el curso de la campaña se dijeron muchas cosas y la mayoría democráticamente decidió, además de respaldar los esfuerzos de paz, dar poder para que nos guíen. Al equipo Santos, a los congresistas y jueces, a quienes influyen en la opinión pública, a los voceros de los partidos, es oportuno decirles: no son útiles los mensajes cruzados, ligeros, ambivalentes, que oscurecen y no aclaran. Los ciudadanos necesitamos saber a qué atenernos, inclusive asimilar la magnitud de los problemas en lugar de incrementar incertidumbres. La duda, en referencia al ordenamiento social, es un Estado de Sitio espiritual negativo que debe levantarse. Ojalá que despejen sus mentes y estén a la altura de las circunstancias.